Si pudiera prevenirte con una guerra.
Clasificarte como amenaza extranjera.
Disparar el fuego publicitario sobre tu cabeza.
Condenarte a la ignorancia y a la pobreza.
Una de mis canciones favoritas de Maria Arnal, Cançó Total, suena taaaan bonita que al principio no caes en las barbaridades que dice. Te dejas mecer por su dulzura, como un canto de sirena que te acaricia mientras te enreda. Y cuando por fin comprendes las palabras, cuando atraviesan la piel, te das cuenta de que no hablan de un lugar abstracto.
Hablan de aquí. De dónde vivimos y de cómo vivimos.
Teruel es ese territorio al que se dispara fuego publicitario ofreciendo migajas millonarias a cambio de condenarlo a la pobreza. El “yo no soy tonto” de las energías renovables: ustedes se llevan el beneficio; nosotros nos quedamos con el impacto.
Miren, aquí se vive bien.
Nosotros ya lo sabemos y queremos que siga así.
A lo mejor son ustedes, desde sus atascos multitudinarios, los que no saben nada de la vida. Se vive bien porque el tiempo corre a una velocidad humana: trabajar, comprar el pan, coger capazos, mirar el cielo sin culpa.
Se vive bien porque el silencio existe, no como vacío sino como presencia: viento, voces, pensamiento propio. Una respiración que se ensancha.
No es brilli, brilli es real por eso nos han nombrado “la ciudad más saludable de España”. Tiene sentido: cuando un lugar respira, la gente respira con él.
Y mientras la alcaldesa posa orgullosa celebrando el título por lo bajini caturrea el estribillo de la canción: Adquiéreme, adquiéreme.
Adquiéreme, adquiéreme, Adquiéreme para que solo tú me disfrutes y empaqueta nuestro entorno saludable para ser entregado al proyecto Turbuleta SAF.
El Estudio previo de Turbuleta es tan “innovador” que ni aclara qué quiere producir: etanol, biogás, hidrógeno verde, queroseno SAF… o todo junto en una receta imposible.
Lo que sí queda claro es el impacto: transporte masivo de materiales inflamables por los pueblos; convoyes de hidrógeno verde, un gas inestable, moviéndose como si fuéramos un puerto industrial; toneladas de CO₂ entrando y saliendo como si nada.Y para alimentar la planta, un territorio devastado: 700 hectáreas de placas, 29 aerogeneradores gigantes, zanjas kilométricas, 120 torres de alta tensión cruzando espacios protegidos. Una potencia equivalente a la central nuclear de Garoña, pero vendida como “transición”.
Y el agua: esta maravilla necesitará beber directamente de nuestra agua potable: el acuífero de Concud, el proyecto no deja claro cuantos litros necesitará al día. En plena sequía. En la ciudad más saludable del país.
“Bombardearía con mi deseo vías y antenas. Inculcándote mi lenguaje hasta que repitieras...” que no se puede tener un paraíso y, a la vez, un basurero energético en la puerta de casa.
Si este territorio respira, es porque su gente lo defiende.
Clasificarte como amenaza extranjera.
Disparar el fuego publicitario sobre tu cabeza.
Condenarte a la ignorancia y a la pobreza.
Una de mis canciones favoritas de Maria Arnal, Cançó Total, suena taaaan bonita que al principio no caes en las barbaridades que dice. Te dejas mecer por su dulzura, como un canto de sirena que te acaricia mientras te enreda. Y cuando por fin comprendes las palabras, cuando atraviesan la piel, te das cuenta de que no hablan de un lugar abstracto.
Hablan de aquí. De dónde vivimos y de cómo vivimos.
Teruel es ese territorio al que se dispara fuego publicitario ofreciendo migajas millonarias a cambio de condenarlo a la pobreza. El “yo no soy tonto” de las energías renovables: ustedes se llevan el beneficio; nosotros nos quedamos con el impacto.
Miren, aquí se vive bien.
Nosotros ya lo sabemos y queremos que siga así.
A lo mejor son ustedes, desde sus atascos multitudinarios, los que no saben nada de la vida. Se vive bien porque el tiempo corre a una velocidad humana: trabajar, comprar el pan, coger capazos, mirar el cielo sin culpa.
Se vive bien porque el silencio existe, no como vacío sino como presencia: viento, voces, pensamiento propio. Una respiración que se ensancha.
No es brilli, brilli es real por eso nos han nombrado “la ciudad más saludable de España”. Tiene sentido: cuando un lugar respira, la gente respira con él.
Y mientras la alcaldesa posa orgullosa celebrando el título por lo bajini caturrea el estribillo de la canción: Adquiéreme, adquiéreme.
Adquiéreme, adquiéreme, Adquiéreme para que solo tú me disfrutes y empaqueta nuestro entorno saludable para ser entregado al proyecto Turbuleta SAF.
El Estudio previo de Turbuleta es tan “innovador” que ni aclara qué quiere producir: etanol, biogás, hidrógeno verde, queroseno SAF… o todo junto en una receta imposible.
Lo que sí queda claro es el impacto: transporte masivo de materiales inflamables por los pueblos; convoyes de hidrógeno verde, un gas inestable, moviéndose como si fuéramos un puerto industrial; toneladas de CO₂ entrando y saliendo como si nada.Y para alimentar la planta, un territorio devastado: 700 hectáreas de placas, 29 aerogeneradores gigantes, zanjas kilométricas, 120 torres de alta tensión cruzando espacios protegidos. Una potencia equivalente a la central nuclear de Garoña, pero vendida como “transición”.
Y el agua: esta maravilla necesitará beber directamente de nuestra agua potable: el acuífero de Concud, el proyecto no deja claro cuantos litros necesitará al día. En plena sequía. En la ciudad más saludable del país.
“Bombardearía con mi deseo vías y antenas. Inculcándote mi lenguaje hasta que repitieras...” que no se puede tener un paraíso y, a la vez, un basurero energético en la puerta de casa.
Si este territorio respira, es porque su gente lo defiende.
