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Me estoy volviendo loco Me estoy volviendo loco
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Hoy voy con una mítica porque los tiempos lo piden así: Azul y Negro.“Me estoy volviendo loco, me estoy volviendo loco. Me estoy volviendo loco poco a poco, poco a poco...

(Poco, poco, poco, poco, poco, poco, poco, poco, poco, poco, poco) ”.

Y sí, poco a poco nos estamos volviendo locas. La Vuelta a España ha pasado por aquí y ha sido más que un desfile de maillots apretados y banderitas rojas: ha sido la ocasión perfecta para gritar al mundo entero: STOP al genocidio de Palestina.

He visto a los ofendiditos diciendo: “no hay que mezclar deporte con política”. Pobrecicos, qué ternura. Como si el deporte fuese un parque de atracciones neutro que puede escapar del sistema, como si no necesitara el aire para existir. Pues no, Joseluis, el deporte es política desde que los paises lo utilizan para lavar su imagen.

¿O alguien se cree que el Mundial de Catar fue solo fútbol? Obreros muertos para levantar estadios con aire acondicionado en medio del desierto, mujeres que no pueden asistir al partido sin acompañante masculino. Pero eh, no lo mezclemos con la política. ¿Y el Mundial de Argentina en plena dictadura? Pan y circo con cadáveres debajo de la alfombra.

Eurovisión tampoco se salva. ¿Qué hay más político que un festival donde se vota por afinidades geoestratégicas disfrazadas de lentejuelas y ventiladores? Pero claro, cuando alguien protesta en Eurovisión, se les acusa de arruinar la fiesta. “¡Dejadnos cantar tranquilos!”, dicen. Celebro muy fuerte la decisión de TVE de no acudir a la cita si va Israel, ¿no es acaso política que Israel participe en un festival de Europa? No me respondas, es una pregunta retórica.

El ocio es político, hasta decidir quién pone la lavadora en casa es una acto de militancia, lo miremos o no.

Las actividades extraescolares: POLÍTICA!!!. Qué colegio puede pagar el viaje de esquí, qué barrio tiene canchas decentes, qué criaturas se quedan fuera porque no hay dinero en casa. Pero nada, sigamos creyendo que solo es política cuando hay un partido detrás.No niego que se aprovechen de nuestros movimientos que lo hacen. Pero nuestra responsabilidad patriotica no es sacar pecho por España o votar cada cuatro años. El amor a nuestro país se riega todos los días y aquí viene la parte incómoda: nosotras también somos incoherentes. Yo la primera. Sigo el boicot a marcas israelíes, pero no consigo dejar de usar la plataforma de música que financia armamento. Porque las listas, porque la comodidad, porque mi egoísmo y mi privilegio. Y sí, me da rabia admitirlo,me duele... pero prefiero reconocerlo que seguir fingiendo que vivo en un mundo de unicornios.

Entonces, ¿qué hacemos? Pues no se trata de quemar el Spotify a lo bonzo ni de dejar de ver partidos para siempre. Se trata de mover un poco el culo y no quedarnos en la queja. ¿Quieres alternativas? Ahí van:

-Bandcamp o Resonate para escuchar música sin enriquecer a las fábricas de bombas.

-Apoyar artistas directamente, que bastante tienen con sobrevivir al algoritmo.

-Leer medios alternativos y escuchar voces palestinas en lugar de tragarse siempre la narrativa de las teles de siempre.

-Usar lo que te gusta como altavoz: si te mola el ciclismo, lleva una pancarta; si te flipa el teatro, monta una obra incómoda; si eres fan de Eurovisión, ponte purista y pide que solo participen cantantes europeos...

No hace falta ser santa ni mártir. Basta con elegir con un poco más de conciencia. Porque cada vez que compramos, consumimos cultura, vemos un deporte, cada vez que elegimos, estamos votando.

La RAE lo deja claro en su definición: política es “actividad de la ciudadanía cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo”. Pues bien: ver un partido, pagar una entrada, cantar una canción en el coche… también son modos.

Así que sí, me estoy volviendo loca, como dice la canción. Pero no de perder la cabeza: loca de lucidez. Porque cuando entiendes que todo -el deporte, el arte, la lavadora- es político, ya no hay vuelta atrás. Y ahí empieza la verdadera cordura: en elegir de qué lado de la historia quieres estar, poco a poco, poco a poco.