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La alternativa son los bárbaros La alternativa son los bárbaros

La alternativa son los bárbaros

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Fabiola Hernández
El todopoderoso Imperio Romano, ese al que tantas veces hemos vuelto la mirada hasta que ha empezado a hacer efecto la estrategia de convencer a los jóvenes estudiantes de que la Historia y la Filosofía no sirven de nada; la Roma Imperial, digo, no cayó porque los bárbaros la invadieran, sino que estos pudieron hacerlo porque su situación interna se volvió insostenible. Salvando las distancias (y no son tantas) las similitudes con la crisis institucional y política que vivimos actualmente en España son enormes.

Me lo hizo ver mi amigo Raúl en uno de nuestros cafés de verano esta semana. En el ocaso del Imperio Romano Occidental, el acceso al poder del emperador Petronio Máximo le puso la puntilla a la imparable descomposición interna. Tras manipular el trono mediante sobornos y alianzas en la corte, Máximo ascendió al poder en marzo de 455 d.C. y consolidó su reinado obligando a la viuda de su predecesor a casarse con él, traicionando pactos y provocando un caos político que desembocó en el saqueo de Roma por los vándalos pocos meses después.

Cada nuevo escándalo en España, y ya empiezo a perder la cuenta, no solo roba recursos públicos, sino que socava muy seriamente la credibilidad de nuestra democracia. Sobresueldos, comisiones ilegales, cajas B, leyes a medida del poder, espionaje entre partidos son ya tan cotidianos que gran parte de la sociedad los asume como algo inevitable.

Como en la Roma del S.V, el poder se utiliza para blindar intereses personales o de partido en lugar de fortalecer lo común, y a base de demoras judiciales, indultos, y condenas que apenas se cumplen, la sensación de impunidad infecta todavía más la herida abierta. Igual que entonces, los síntomas más graves son el hartazgo ciudadano, la polarización y el auge del populismo. El Imperio Romano ignoró sus señales de alarma hasta que fue demasiado tarde. España debería atenderlas y atajarlas desde dentro y desde ya. La democracia es tan frágil como el propio ser humano y no dejen que los convenzan de lo contrario, la alternativa son los bárbaros.