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Cuidarlos, cuidarnos Cuidarlos, cuidarnos

Cuidarlos, cuidarnos

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Fabiola Hernández
Decía García Márquez que el secreto de una buena vejez es un pacto honrado con la soledad. Poco sobrevivió el genio al siglo XX, en el s. XXI lo cambiaría por: “es el secreto de una buena vida”. Pero volviendo a los mayores, hace unos días encontraron muerto a Antonio en el barrio de la Fuensanta de Valencia. Sería solo uno más de los cientos de mayores que desgraciadamente mueren en soledad en España cada año, si no fuera porque llevaba casi 15 años fallecido.

Todos los pagos de la vivienda: la cuota de la comunidad, la luz, el gas, el IBI o el agua, estaban al día; incluso estaban pagadas las derramas para arreglar la fachada que no todos los propietarios han abonado. Además, la Seguridad Social le seguía pagando la pensión. Su casa, esa que seguro que mil veces fue su refugio, acabó siendo su ataúd. Morir en casa puede ser el sueño de muchos, pero no así.

Esta época que idolatra la juventud y la velocidad y que ha conseguido hacernos creer que así tiene que ser, margina todo lo que no encaja en ese molde y nos hace creer que es inútil. ¿Cuándo se volvió normal que quienes una vez cuidaron de nosotros pasen sus días acompañados solo por la televisión o por sus recuerdos?  Hemos dejado que el envejecimiento se viva como una carga, cuando debería ser una etapa digna, plena y acompañada.

Nuestros mayores, con su paso más lento y su manera pausada y repetitiva de contar historias, quedan fuera de un sistema que los juzga exclusivamente por su capacidad de subirse a un tren que ellos ya saben que nos lleva a un abismo. Algunos no pueden, pero otros muchos ni siquiera quieren.

El filósofo Byung-Chul ha dicho al recoger el Premio Princesa de Asturias que el vínculo más fuerte de una sociedad es el respeto. La soledad de nuestros mayores hoy tiene mucho de eso: de falta de empatía y respeto y otro tanto de miedo, creo yo… El tiempo pasa, y nos negamos a ver que algún día también nosotros esperaremos una voz, una visita y un gesto de cariño. Cuidar de ellos hoy es, en el fondo, cuidarnos a nosotros mismos.