

Las obras de Jussi Adler-Olsen llegaron a las librerías españolas hace más de 10 años, en pleno “boom” de la novela negra nórdica. Los más devotos del noir ya sacaban el reclinatorio cada vez que alguien recordaba al policía Martin Beck creado por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, o al Wallander de Henning Mankell, pero fue el descomunal éxito de la saga Millennium de Stieg Larsson lo que llevó a las editoriales a publicar cualquier libro policíaco que llegara del norte de Europa.
Así descubrimos a un puñado de autores con nombres impronunciables como los de Arnaldur Indridason, Jo Nesbo o Camilla Läckberg. Novelas que se desarrollaban en paisajes gélidos y desolados, donde un investigador implacable —casi siempre, torturado por la culpa o las secuelas de un pasado traumático— debía enfrentarse a los crímenes más salvajes y atroces.
En este escenario aparece la figura del comisario Carl Morck, un policía brillante con un carácter difícil: egocéntrico, maleducado y testarudo. Con La mujer que arañaba las paredes, Adler-Olsen abría por primera vez las puertas del Departamento Q e inauguraba una de las sagas de novela negra más exitosas de los últimos años.
El estreno de Dept. Q en Netflix supone una segunda vida televisiva para el personaje tras protagonizar seis largometrajes (disponibles en Filmin). El guionista Scott Frank —creador de las series Godless, Gambito de Dama o, más recientemente, Monsieur Spade— es el responsable de llevar a la pequeña pantalla las peripecias de este policía misántropo y su pequeño grupo de marginados.
En su primera misión, el recién inaugurado Departamento Q deberá investigar la desaparición de una fiscal ocurrida cuatro años atrás. Merritt Lingard era una mujer solitaria que compaginaba su actividad profesional en los juzgados con el cuidado de un hermano aquejado de afasia. Tras perder un importante juicio y recibir mensajes amenazadores, Lingard decide tomarse un descanso, pero acaba esfumándose sin dejar rastro durante un trayecto en ferry. La policía nunca llegó a encontrar el cadáver de la mujer y el caso se cerró por falta de pruebas. Ahora, Morck y su equipo deberán volver a la casilla de la salida, enfrentarse al pasado de la víctima y arrojar algo de luz al misterio.
La serie gustará tanto a los fanáticos de las novelas como a los que visiten el Departamento Q por primera vez. Conserva la esencia del original literario aunque sus responsables se hayan permitido trasladar el escenario principal de la trama de Copenhague a Edimburgo. Ambiente neblinoso, suelos empedrados y arquitectura gótica, el paisaje perfecto para acompañar a estos atípicos protagonistas en su viaje al lado oscuro del alma humana.
Así descubrimos a un puñado de autores con nombres impronunciables como los de Arnaldur Indridason, Jo Nesbo o Camilla Läckberg. Novelas que se desarrollaban en paisajes gélidos y desolados, donde un investigador implacable —casi siempre, torturado por la culpa o las secuelas de un pasado traumático— debía enfrentarse a los crímenes más salvajes y atroces.
En este escenario aparece la figura del comisario Carl Morck, un policía brillante con un carácter difícil: egocéntrico, maleducado y testarudo. Con La mujer que arañaba las paredes, Adler-Olsen abría por primera vez las puertas del Departamento Q e inauguraba una de las sagas de novela negra más exitosas de los últimos años.
El estreno de Dept. Q en Netflix supone una segunda vida televisiva para el personaje tras protagonizar seis largometrajes (disponibles en Filmin). El guionista Scott Frank —creador de las series Godless, Gambito de Dama o, más recientemente, Monsieur Spade— es el responsable de llevar a la pequeña pantalla las peripecias de este policía misántropo y su pequeño grupo de marginados.
Un héroe atípico
El comisario Carl Morck (Matthew Goode) arrastra las secuelas de una investigación fallida que acabó con la vida de un agente de policía y dejó a su compañero postrado en una cama de hospital. Tras cubrir el período de baja, Morck regresa al servicio sin que nadie se alegre por ello. La culpa le atormenta, su casa es un infierno —está divorciado y su hijastro ni siquiera le habla— y el departamento le obliga a acudir a terapia. Además, su jefa le ha relegado a un sótano mohoso —en realidad, unos urinarios en desuso— para que lidere un nuevo equipo dedicado a la resolución de expedientes antiguos. Allí contará con la ayuda de Akram (Alexej Manvelov), un refugiado sirio que trabajaba como policía en su país, y Rose (Leah Byrne), una joven agente cansada de las tareas administrativas que quiere aprovechar la ocasión para demostrar su valía.En su primera misión, el recién inaugurado Departamento Q deberá investigar la desaparición de una fiscal ocurrida cuatro años atrás. Merritt Lingard era una mujer solitaria que compaginaba su actividad profesional en los juzgados con el cuidado de un hermano aquejado de afasia. Tras perder un importante juicio y recibir mensajes amenazadores, Lingard decide tomarse un descanso, pero acaba esfumándose sin dejar rastro durante un trayecto en ferry. La policía nunca llegó a encontrar el cadáver de la mujer y el caso se cerró por falta de pruebas. Ahora, Morck y su equipo deberán volver a la casilla de la salida, enfrentarse al pasado de la víctima y arrojar algo de luz al misterio.
La serie gustará tanto a los fanáticos de las novelas como a los que visiten el Departamento Q por primera vez. Conserva la esencia del original literario aunque sus responsables se hayan permitido trasladar el escenario principal de la trama de Copenhague a Edimburgo. Ambiente neblinoso, suelos empedrados y arquitectura gótica, el paisaje perfecto para acompañar a estos atípicos protagonistas en su viaje al lado oscuro del alma humana.