

Cada vez estamos más al servicio de la inteligencia artificial, atrapadas, sin que nos demos cuenta, en lo virtual y al servicio de lo que no es real, ¿o sí?. Toda la tecnología al servicio del entretenimiento nos está ganando en un terreno en el que sólo deberían mandar nuestros cerebros.
Nos quieren convertir en cerebros lobotomizados; nos evitan casi toda tarea de pensamiento; no te preocupes por elegir, el algoritmo lo hace por ti: los vídeos que tienes que ver, la música que debes escuchar, las personas a las que debes conocer y a quién vas a votar.
Algunas personas me rebatirán y me dirán que sí escogen, que el algoritmo trabaja para ellas en función de sus gustos y necesidades. Cerebros insensatos que pensáis que el algoritmo trabaja para vosotros, cerebros insensatos que os dejáis llevar por la inteligencia artificial, que dejáis de pensar y de tomar decisiones por una vida más cómoda, me temo que estáis lobotomizados.
Lo que más me preocupa es que estamos, en general, muy mal preparadas tanto mental como informáticamente hablando. Hacemos uso de las nuevas tecnologías con un nivel usuario que da pena; sí, manejamos el ordenador, sabemos un poco de esto y de aquello y si conocemos algún truquito extra nos creemos dioses del olimpo. Pero las personas que están creando esas apps nos llevan mucha ventaja, se están riendo en la cara de las que inventaron las máquinas tragaperras. No vemos las monedas, pero estamos vendiendo el alma al diablo en forma de información: fotos, rutinas, gustos e ideas, todo al servicio del algoritmo y de la IA. Nos están succionando el cerebro y lo están monetizando otros, en concreto los propietarios de esas redes sociales que tanto nos atraen. Nos están domando el cerebro para que se acostumbre a prestar poca atención con vídeos cortos, con muchos cortes y pequeños bites de información.
Echa un vistazo al tiempo que has dedicado a mirar redes sociales en los análisis que hace el móvil y recapacita: ¿Cuánta actividad intelectual desarrollamos de media? ¿Cuánto tiempo dedicamos a la lectura y la escritura, a crear?
Si te está pareciendo crudo pensar todo esto, meditemos un momento sobre el uso que hace la infancia de las nuevas tecnologías. Me refiero en concreto al uso que hacen muchas familias de los móviles y tabletas con sus pequeños al vender el desarrollo de su cerebro a juegos con mucho estímulo, muchas luces, sonidos que recuerdan al de las monedas, miles de colores y muchos pequeños premios y recompensas a cada poco con un diseño y manejabilidad súper sencillo: son tragacerebros.
Y subimos un peldaño más. ¿Quienes creéis que juegan más a este tipo de juegos? Mientras desde pediatría nos advierten que no hay que dar pantallas a los niños antes de los seis años, en la escuela pública acaban de instalar, por fin, las últimas pantallas táctiles en las aulas de los niños de tres años. Mientras las familias con gran poder adquisitivo contratan a niñeras de cero pantallas para cuidar a sus retoños, el resto de los mortales intenta llegar a fin de mes como puede con la niñera tableta para poder hacer la compra, la colada y la comida de la semana.
Así, la mayor parte de la población, la población perteneciente a esa clase trabajadora que intentan hacernos creer que no existe, cria a sus hijos para que su capacidad de atención sea mínima, para que su capacidad de comprensión lectora sea pobre y para que su capacidad de expresión oral y escrita sea algo de lo que mejor no hablar; sin quererlo los niños son adictos y según los estudios, menos hábiles para razonar y expresar, más fáciles de manejar y dominar.
¿Quiénes mueven los hilos virtuales de estos sistemas? Es la nueva era del capitalismo.
Nos quieren convertir en cerebros lobotomizados; nos evitan casi toda tarea de pensamiento; no te preocupes por elegir, el algoritmo lo hace por ti: los vídeos que tienes que ver, la música que debes escuchar, las personas a las que debes conocer y a quién vas a votar.
Algunas personas me rebatirán y me dirán que sí escogen, que el algoritmo trabaja para ellas en función de sus gustos y necesidades. Cerebros insensatos que pensáis que el algoritmo trabaja para vosotros, cerebros insensatos que os dejáis llevar por la inteligencia artificial, que dejáis de pensar y de tomar decisiones por una vida más cómoda, me temo que estáis lobotomizados.
Lo que más me preocupa es que estamos, en general, muy mal preparadas tanto mental como informáticamente hablando. Hacemos uso de las nuevas tecnologías con un nivel usuario que da pena; sí, manejamos el ordenador, sabemos un poco de esto y de aquello y si conocemos algún truquito extra nos creemos dioses del olimpo. Pero las personas que están creando esas apps nos llevan mucha ventaja, se están riendo en la cara de las que inventaron las máquinas tragaperras. No vemos las monedas, pero estamos vendiendo el alma al diablo en forma de información: fotos, rutinas, gustos e ideas, todo al servicio del algoritmo y de la IA. Nos están succionando el cerebro y lo están monetizando otros, en concreto los propietarios de esas redes sociales que tanto nos atraen. Nos están domando el cerebro para que se acostumbre a prestar poca atención con vídeos cortos, con muchos cortes y pequeños bites de información.
Echa un vistazo al tiempo que has dedicado a mirar redes sociales en los análisis que hace el móvil y recapacita: ¿Cuánta actividad intelectual desarrollamos de media? ¿Cuánto tiempo dedicamos a la lectura y la escritura, a crear?
Si te está pareciendo crudo pensar todo esto, meditemos un momento sobre el uso que hace la infancia de las nuevas tecnologías. Me refiero en concreto al uso que hacen muchas familias de los móviles y tabletas con sus pequeños al vender el desarrollo de su cerebro a juegos con mucho estímulo, muchas luces, sonidos que recuerdan al de las monedas, miles de colores y muchos pequeños premios y recompensas a cada poco con un diseño y manejabilidad súper sencillo: son tragacerebros.
Y subimos un peldaño más. ¿Quienes creéis que juegan más a este tipo de juegos? Mientras desde pediatría nos advierten que no hay que dar pantallas a los niños antes de los seis años, en la escuela pública acaban de instalar, por fin, las últimas pantallas táctiles en las aulas de los niños de tres años. Mientras las familias con gran poder adquisitivo contratan a niñeras de cero pantallas para cuidar a sus retoños, el resto de los mortales intenta llegar a fin de mes como puede con la niñera tableta para poder hacer la compra, la colada y la comida de la semana.
Así, la mayor parte de la población, la población perteneciente a esa clase trabajadora que intentan hacernos creer que no existe, cria a sus hijos para que su capacidad de atención sea mínima, para que su capacidad de comprensión lectora sea pobre y para que su capacidad de expresión oral y escrita sea algo de lo que mejor no hablar; sin quererlo los niños son adictos y según los estudios, menos hábiles para razonar y expresar, más fáciles de manejar y dominar.
¿Quiénes mueven los hilos virtuales de estos sistemas? Es la nueva era del capitalismo.