Desde que la selección femenina de fútbol ganó el mundial, no hay persona en este país que no sea aficionada al fútbol femenino, incluso aquellos que decían que las chicas jugaban mal al fútbol. Estoy segura de que Rubiales es uno de los que decían eso.
Este señor (por decir algo) debería dimitir de su cargo dada la gravedad de su gesto con Jenni Hermoso a la que aguó la fiesta dándole un beso en los labios sin su consentimiento. Las declaraciones de Rubiales: que era un momento de euforia, que no lo pude evitar… que no es para tanto.
Este gesto que todo el mundo vemos como un claro caso de abuso de poder; está sirviendo para que, tras empatizar de una manera metafísica con estas “diosas” por su excelente trabajo, comprendamos que Rubiales se propasó con Jenni. Sirve además para que los niños, chicos y hombres de este país entiendan un poco mejor por lo que pasamos todas y cada una de las niñas, chicas y mujeres de este país.
Todas hemos tenido, al menos, un Rubiales en nuestras vidas. ¿Ha sido necesario esto para que la sociedad vea a lo que nos enfrentamos constantemente?
Desde que somos niñas tenemos que someternos a una serie de situaciones machistas a las que se nos obliga a padecer bajo el lema de que “no es para tanto”.
Nos enseñan, consciente o subsconscientemente, que debemos soportar que los hombres puedan ejercer un papel de poder sobre nuestro cuerpo; del mismo modo, a ellos se les enseña que puede ser así.
Recuerdo siendo bien pequeña, con unos ocho años, la típica escena del beso del príncipe a Blancanieves. Beso al que prácticamente te obligaban porque un beso en la mejilla no es para tanto. Pero sí era para tanto porque esa niña estaba diciendo que no.
Luego estaba el saludo a ese familiar lejano que se empeñaba en sentarte en sus rodillas y darte un beso que acababa convirtiéndose en mordisco en la mejilla. Camuflado en la algarabía familiar nada se veía extraño, pues a la vista de todos era algo normal.
O ese juego de recreo en el que los chicos tocaban el culo a las chicas. Advertíamos al profesorado pero nos decían que eran chiquilladas y el juego se prolongaba hasta que ellos se cansaban o recibían algún bofetón de alguna más atrevida.
Después, en la adolescencia, todo se vuelve más crudo porque se les ha enseñado que pueden probarnos cuando quieran: el que te toca el culo al pasar, el que te acaricia el hombro mientras esperas en la barra, el que pasa la mano por tu cintura para hacerse sitio, el que posa disimuladamente varios dedos sobre la nalga cuando se hace una foto contigo, el que se te arrima por detrás en un concierto, el que te acorrala al salir del baño del bar, el que te besa sin pedir permiso y hasta el que se masturba a tu lado en el autobús. Todos esos casos nunca fueron para tanto, eso se nos hace creer; y así muchos los callamos y los pocos que contamos, se quedan en un comentario avergonzado porque claro, no es para tanto.
Sobre el beso de Rubiales se ha dicho en los medios de comunicación frases y declaraciones del susodicho como estas: “Ocurrió sin mala fe por ambas partes” (Rubiales); ¿acaso ella estaba participando voluntariamente?
“Las que se cabrean es porque nunca les han dado un beso a ellas” (COPE); no señor, es porque nos ha pasado y sabemos que ha estropeado su día.
“Rubiales repitió el beso de Casillas con Carbonero” (Marca); no, Jenni no tiene una relación con ese tío.
“La graciosa respuesta de Jenni Hermoso a su beso con Rubiales: ha confesado que no le ha gustado mucho” (Mundo Deportivo); primero, el beso no es de Jenni y segundo, dice que no le gustó, ¿qué tiene de gracioso?
Quiero pensar que lo que ha tenido que sufrir Jenni servirá para que no se normalicen situaciones como esa porque “no son para tanto”; y es que sí señores, sí que son para tanto. Solo sí es sí.