

EFE
Sí, hoy de nuevo escribo sobre el genocidio que se está produciendo en Gaza. Escribo porque tenemos el deber moral de hablar de ello y de denunciar lo que está pasando, es una de las pocas cosas que podemos hacer. Cada día mueren tantos niños como los que asisten a una clase, los matan bombardeando sus casas y sus calles, los asesinan poniéndoles cebos de comida cuando el hambre es una constante. Hasta ahora son ya más de 60.000 palestinos asesinados, la mayoría civiles. Más de 800 personas fueron asesinadas mientras intentaban conseguir alimentos, casi 700 murieron intentando encontrar ayuda. A los niños les pegan un tiro en la cabeza, el cuello y los genitales, un patrón ya plenamente establecido. Uno de cada diez niños está en estado de desnutrición según los médicos de URNWA. A pesar de saber todo esto, el mundo se queda impasible.
No entiendo por qué no se frena al estado de Israel, la única respuesta posible que encuentro es que Israel es intocable para muchos de los gobiernos del mundo. Sabemos que algunos son abiertamente pro Israel; pero, ¿qué pasa con los que parecen estar disimulando tomando algunas medidas en contra y manteniendo otras a favor, sin mostrar un claro desprecio y sin oponerse de manera clara a Israel? ¿Por qué gran parte del mundo político mira para otro lado? La ONU ha condenado en múltiples ocasiones las acciones de Israel, pero el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad bloquea cualquier sanción. La Corte Penal Internacional ha abierto investigaciones, pero sin avances reales. El derecho internacional no quiere molestar a alguien con tanto poder como Israel. Que los países reconozcan a Palestina como Estado sólo es un símbolo para presionar a nivel diplomático, pero no es suficiente, el no actuar es una manera de lavarse las manos.
Israel controla recursos, influye en potencias tanto de occidente como del Medio Oriente, por lo que existe una estructura global de poder a la que no le interesa que Palestina sea libre. Israel exporta tecnología militar, seguridad y software de vigilancia, es el negocio de la guerra. Se sostiene gracias a los 330 mil millones de dólares que le ha entregado Estados Unidos en ayuda militar desde 1948, gracias a las empresas de defensa que prueban sus armas en Gaza, a HP, a Siemens, a Puma; gracias a los lobbys pro Israel que influyen en política exterior y en las elecciones de EE.UU.; gracias a fundaciones estadounidenses que financian a Israel; gracias a las grandes cadenas como CNN o FOX que ya han sido acusadas de parcialidad en la información sobre el conflicto... Además, existen fuerzas invisibles como la presión diplomática, los intereses económicos, las alianzas estratégicas, la culpa histórica de Europa por el Holocausto y la instrumentalización de la identidad judía.
Uno de los argumentos para apoyar a Israel es la seguridad, pero no se puede justificar con la muerte de civiles, ni sostener una democracia con un régimen que segrega a todo un pueblo.
La situación que está viviendo Palestina nos enfrenta con quienes, a pesar de hablar de la defensa de los derechos humanos, callan. Tenemos la sensación de no poder hacer nada y nos obligamos a desconectar emocionalmente; nos cuestionamos sobre cómo intentan influir en nuestras opiniones y vemos lo peor del poder; pero también aquello que queremos ignorar. Debemos tener claro que criticar al estado de Israel no es antisemitismo, ni apoyar a Palestina es defender a Hamás y que callar también es una posición política. Se trata de defender la vida de cualquier persona, de su derecho a la vida. ¿Dónde queda la humanidad si no? Y tú, ¿vas a callar?
No entiendo por qué no se frena al estado de Israel, la única respuesta posible que encuentro es que Israel es intocable para muchos de los gobiernos del mundo. Sabemos que algunos son abiertamente pro Israel; pero, ¿qué pasa con los que parecen estar disimulando tomando algunas medidas en contra y manteniendo otras a favor, sin mostrar un claro desprecio y sin oponerse de manera clara a Israel? ¿Por qué gran parte del mundo político mira para otro lado? La ONU ha condenado en múltiples ocasiones las acciones de Israel, pero el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad bloquea cualquier sanción. La Corte Penal Internacional ha abierto investigaciones, pero sin avances reales. El derecho internacional no quiere molestar a alguien con tanto poder como Israel. Que los países reconozcan a Palestina como Estado sólo es un símbolo para presionar a nivel diplomático, pero no es suficiente, el no actuar es una manera de lavarse las manos.
Israel controla recursos, influye en potencias tanto de occidente como del Medio Oriente, por lo que existe una estructura global de poder a la que no le interesa que Palestina sea libre. Israel exporta tecnología militar, seguridad y software de vigilancia, es el negocio de la guerra. Se sostiene gracias a los 330 mil millones de dólares que le ha entregado Estados Unidos en ayuda militar desde 1948, gracias a las empresas de defensa que prueban sus armas en Gaza, a HP, a Siemens, a Puma; gracias a los lobbys pro Israel que influyen en política exterior y en las elecciones de EE.UU.; gracias a fundaciones estadounidenses que financian a Israel; gracias a las grandes cadenas como CNN o FOX que ya han sido acusadas de parcialidad en la información sobre el conflicto... Además, existen fuerzas invisibles como la presión diplomática, los intereses económicos, las alianzas estratégicas, la culpa histórica de Europa por el Holocausto y la instrumentalización de la identidad judía.
Uno de los argumentos para apoyar a Israel es la seguridad, pero no se puede justificar con la muerte de civiles, ni sostener una democracia con un régimen que segrega a todo un pueblo.
La situación que está viviendo Palestina nos enfrenta con quienes, a pesar de hablar de la defensa de los derechos humanos, callan. Tenemos la sensación de no poder hacer nada y nos obligamos a desconectar emocionalmente; nos cuestionamos sobre cómo intentan influir en nuestras opiniones y vemos lo peor del poder; pero también aquello que queremos ignorar. Debemos tener claro que criticar al estado de Israel no es antisemitismo, ni apoyar a Palestina es defender a Hamás y que callar también es una posición política. Se trata de defender la vida de cualquier persona, de su derecho a la vida. ¿Dónde queda la humanidad si no? Y tú, ¿vas a callar?