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Cuando hasta la Muela de San Juan pide sombra Cuando hasta la Muela de San Juan pide sombra

Cuando hasta la Muela de San Juan pide sombra

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Joan Izquierdo

Dicen que en la Sierra de Albarracín el verano siempre da tregua: noches frescas, siestas bajo la sombra de un pino rodeno y el murmullo del Guadalaviar como banda sonora. Pero estos días, hasta el río parece bajar más caliente de lo habitual, y la Muela de San Juan, acostumbrada a ver nieves tardías, podría estar buscando un abanico. Sí, amigos, estamos en plena ola de calor, y no hablamos de “un par de días calurosos”: hablamos de un fenómeno meteorológico que eleva la temperatura media varios grados por encima de lo normal durante más de 72 horas, acompañado de una humedad relativa baja y un sol que no perdona.

A nivel fisiológico, el cuerpo humano mantiene su temperatura en torno a los 36’5-37ºC gracias a un delicado equilibrio entre producción y pérdida de calor. Cuando la temperatura ambiental se acerca o supera la corporal, el sistema de refrigeración natural

-la sudoración- se pone al límite. El problema es que, con el aire tan seco de Teruel, el sudor se evapora rápido, y eso, aunque refresca, acelera la deshidratación. El riesgo más grave: el golpe de calor, una urgencia médica que se produce cuando la temperatura corporal supera los 40ºC y el organismo pierde la capacidad de regularse.

No es casualidad que los avisos de las autoridades se repitan: en olas de calor, los grupos más vulnerables son niños pequeños, mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas y quienes trabajan al aire libre. En la Sierra, eso significa que tanto el pastor que revisa el ganado en la loma como el abuelo que riega el huerto están expuestos.

Cómo cuidarnos:

- Hidratación constante: no esperar a tener sed. Un adulto debería beber unos 2-2’5 litros de agua al día, más si realiza actividad física. El agua, mejor fresca que fría de nevera.

- Ropa adecuada: prendas claras, ligeras, transpirables. Los tejidos técnicos y el algodón son aliados; el poliéster, enemigo.

- Evitar las horas de máxima radiación (12:00 a 17:00): aunque en la Sierra la tentación de “dar una vuelta” sea grande, es mejor hacerlo temprano o al atardecer.

- Alimentación ligera: frutas, verduras, gazpachos y ensaladas ayudan a reponer agua y sales.

- Proteger la piel y los ojos: el sol en altura, como el de la Muela de San Juan (1.830 metros), es más intenso. Gafas homologadas, crema solar de amplio espectro y reaplicar cada dos horas.

- Cuidado con el alcohol y la cafeína: aumentan la pérdida de líquidos.

Pequeños gestos también marcan la diferencia: ventilar la casa de madrugada y cerrar persianas a primera hora, mojarse las muñecas o la nuca para bajar la temperatura corporal, o refugiarse a la sombra en un banco que, por arte de magia, siempre parece más fresco que el resto del pueblo.

Más allá de la medicina, protegernos del calor es también respetar el ritmo de nuestro entorno. Si la naturaleza se ralentiza quizá nosotros debamos aprender a hacer lo mismo. No todo es productividad; a veces, sobrevivir bien a un calor extremo es un acto de sabiduría.

En unos días, la ola pasará, volverán las noches frescas y podremos bromear con que “no ha sido para tanto”. Pero que no se nos olvide: cada episodio como este es una llamada de atención sobre la importancia de adaptarnos, cuidar nuestra salud y aprovechar lo que la Sierra y el resto de la provincia nos enseñan. Como dice un viejo refrán de Albarracín: “Al sol y al calor, solo el lagarto se queda; los demás, a la sombra”. Y ahí, bajo el pino o junto al río, también se vive muy bien.