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El Cine Victoria. Tres décadas de sueños y fantasías en Teruel El Cine Victoria. Tres décadas de sueños y fantasías en Teruel
Cine Victoria fachada principal

El Cine Victoria. Tres décadas de sueños y fantasías en Teruel

Fue iniciativa de la familia Pastor, construido en 1940 y derribado en 1972
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Javier Hernández-Gracia

La residencia de pensionistas que hoy ocupa el solar de lo que fue el Cinematógrafo Victoria ya ha pasado de los cincuenta, pero en el alma cinematográfica de muchos turolenses, el Victoria mantiene imágenes y recuerdos. Finalizada la guerra civil los espacios teatrales y cinematográficos habían quedado seriamente dañados en el conflicto, el Teatro Marín había sufrido una total destrucción del espació modernista de Pablo Monguió; en 1940 apenas un año de la finalización de la contienda comienza a rodar el proyecto de Cinematógrafo Victoria.

 

Programa del cine Victoria

La familia Pastor

Parte la iniciativa de construir el cine de Luis Pastor Esteban, empresario de la construcción turolense que apostó por la creación de un cine amplió para la capital de la provincia, dado que la ciudad en ese momento y después de la guerra civil, carecía proyección de películas, en un local en la Calle Yagüe de Salas, junto a la oficina central de Correos y cuya parte trasera lindaba con la calle Santiago se construyó. En diciembre de 1940 comienza la proyección de películas. De hecho sería su hijo Luis Pastor Ballesteros el primer operador de cine una vez abierta la sala, según nos cuenta su hija Vicky Pastor, -referente en el emprendimiento empresarial turolense- ella se llama precisamente Victoria porque su padre quiso que su nombre fuera ese dado que la familia se mostraba muy orgullosa del Cinematógrafo.

Hasta los primeros años de la década de los cincuenta los Pastor llevan las proyecciones del Victoria, con acuerdos puntuales con empresas valencianas, más trilladas en este mundo, que sin duda en la posguerra española es referente para el público en pueblos y ciudades. Es a partir de esos primero años en torno a 1951 cuando aparece la empresa de Ezequiel Larred, conocido del mundo de la distribución en Valencia, la entrada del valenciano hace habitual el programa doble, con películas a las 5 de la tarde en sesión continua.

Con la llegada de Larred se cambia el sistema de proyección, Luis Pastor Estéban y su hijo habían apostado por películas Technicolor, a partir de los citados cincuenta se impone el Eastmancolor que tiene costes menores para la rentabilidad de la empresa, a partir de esos años la empresa de Ezequiel Larred explota el cine pero el edificio del Victoria sigue siendo propiedad de la familia Pastor.

 

Primeras proyecciones de Ezequiel Larred empresario también del Marín

Proyecto de Antonio Rubio

El arquitecto del Cinematógrafo Victoria fue Antonio Rubio, arquitecto granadino que en 1922 había construido el Casino, y que entre otras cosas, realizara la reconstrucción del Teatro Marín y del Instituto de Enseñanza media “José Ibáñez Martín” hoy Vega del Turia, establece en el proyecto Rubio un patio de butacas, un primer piso llamada Preferencia (a diferencia del Marín que se denominó club) y una general que como ya es sabido coloquialmente era conocido como el gallinero. La obra resultante es un cine moderno amplio para un buen número de espectadores, Rubio en ese momento de edificación del Victoria, estaba inmerso en el proyecto y obras del Teatro Marín, un arquitecto con una obra interesante sobre la cual el historiador del arte turolense Jorge Rodríguez Gracia está realizando una amplia investigación y que sin duda nos aportará nueva luz sobre este personaje vital en el Teruel de la posguerra.

 

Una cebra en la cocina

El final

El 17 de Julio de 1971 con un programa doble en sesión continua el proyector del Victoria se apagó para siempre, Chicas, golpes y la mili y Una cebra en la cocina, fueron las últimas películas que se proyectarían en el cine turolense, la primera una comedia de medio pelo italiana y la segunda (también de medio pelo) pero ésta de nacionalidad norteamericana, que había contado con cierto éxito de taquilla en su periplo europeo, pero poco más.

En Octubre de ese mismo año comienza a desmontarse todo el entramado de butacas y la cabina de proyección y en marzo del año siguiente comienza la demolición, queda al aire libre el verde de aquellas escaleras que conducían a la Preferencia y El Gallinero, las paredes del Convento de Carmelitas a través del balconcillo de su fachada principal y poco a poco ese lugar de sueños donde uno recuerda aquella Cenicienta con poco más de 5 años en el patio de butacas, se fue desmoronando final de un película que fue emocionante y bonita y que sin saber que era director, la hizo Luis Pastor Estéban.

 

Chicas, golpes y a la mili