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El gobierno  de Schrödinger El gobierno  de Schrödinger

El gobierno de Schrödinger

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Fabiola Hernández
Si el físico Erwin Schrödinger hubiera sido español, seguramente no habría necesitado un gato para formular su archiconocida paradoja.

Según el Nobel austríaco, las partículas subatómicas pueden comportarse como ondas y como partículas. Pero si llevamos este principio al mundo de los objetos macroscópicos se vuelve absurdo: porque simplificando esta revolucionaria teoría, un gato encerrado en una caja podría estar al mismo tiempo vivo y muerto hasta que alguien mira dentro. ¿Ridículo? Aplíquenselo al gobierno actual y juzguen ustedes mismos.

En el experimento cuántico, el acto de observar determina el estado final del sistema.

En España, a julio de 2025, tenemos un ejecutivo vivo o muerto dependiendo de cómo interpretemos el culebrón diario de informaciones que, eso sí, nos cabrean a todos en diferentes grados. Y no las interpretamos al azar, no.

Apostamos meticulosamente por nuestros principios o nuestra estrategia, dependiendo de si nos va el sueldo en ello, o no. Un mismo gesto de un mismo responsable político se ve como acción brillante o como rendición vergonzosa. Resulta que las maniobras de la política española actual hay que analizarlas con las leyes de la física cuántica, por eso el común de los mortales no acabamos de entenderlas. Con una diferencia de horas, conocemos los mejores datos de paro de los últimos 17 años y el número tres del partido del gobierno ingresa en prisión. Desde fuera, es imposible saber qué está pasando en el Consejo de Ministros.

Según el medio de comunicación al que seamos fieles parece que España se ha consolidado como un potente motor económico o está al borde del abismo, incluso, las dos cosas al mismo tiempo. Yo quiero creer que, como en la paradoja del gato, el gobierno no puede aguantar indefinidamente en este limbo y acabará desintegrándose: las encuestas le dirán a un socio que retire su apoyo, conoceremos otro informe de la UCO, o alguna forma de presión hará estallar la dichosa caja. Cuando podamos mirar dentro sabremos si el Gobierno está vivo o muerto.