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El primer paso es reconocerlo El primer paso es reconocerlo
Bykofoto/Antonio García

El primer paso es reconocerlo

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Isabel Marco
Este pasado martes a más de uno se le hizo un nudo en la lengua; a unos porque les cuesta memorizar en el orden adecuado las palabras Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a otros porque les sale urticaria cada vez que algo les recuerda la pérdida de privilegios o les suena a feminismo. Los primeros resolverán metiéndose en jardines como: “Celebramos el día internacional de la violencia contra la mujer”, “Hoy es el día Internacional de la eliminación de la mujer”, o “Tenemos que unirnos en el día internacional contra la eliminación de la violencia hacia la mujer”; todo un sin fin de meteduras de pata, todas y cada una de ellas se han podido escuchar en actos, celebrados ese día o en reportajes con un nervioso y novato reportero. 

Los segundos dirán: “¿Para cuando un día de la eliminación de las mujeres pesadas como la mía?” seguido de unas cuantas sonoras y cómplices carcajadas, o “Es que hoy en día no se puede hacer nada que ya te denuncian”, o el ya manido “¿para cuándo el día del hombre?” Que se saca a pasear también el 8 de marzo. Todos ellos machirulos del tres al cuarto que no saben que el día del hombre ya existe y que se le ha pasado por muy poco porque fue el 19 de noviembre y existe desde 1992, si tanto le preocupaba este asunto, podía haberlo buscado por internet o habérselo preguntado a la IA y hubiese obtenido la respuesta en milésimas de segundo.

Este día sigue siendo muy necesario, todavía hay señores que no creen que su manera de comportarse sea machista, no creen que estén denigrando a la mujer, no creen que lo que hacen con su mujer sea un maltrato, no creen que ellos puedan ser algo tan horrible como esos que aparecen en las noticias intentando taparse la cara mientras entran en el juzgado mientras a su mujer la entierran a tres metros bajo el suelo.

Todos esos señores que piensen que por estar casados pueden tener sexo con sus mujeres cada vez que les apetezca, a esos que “invitaron” a sus esposas a dejar sus carreras y trabajos para cuidar de sus hijos, a esos que llegan a casa tras una jornada de trabajo tan dura como la de su esposa y se quejan porque la casa está sin barrer, a los que limitan la vida social de sus parejas, a los que critican a su mujer en su círculo de amigos mientras se toman unas cañas, a los que mandan fotografías de sus mujeres desnudas para que las vean miles de gañanes sin escrúpulos, a los que amenazan a sus compañeras de vida por no hacer lo que ellos piden, a los que les levantan la mano, a los que les insultan y las hacen de menos, a los que las tratan de locas después de años de miedo a sus descomunales enfados; a todos ellos les digo que son machistas. 

Todos estos ejemplos de comportamientos son ejemplos de actitudes machistas hacia la mujer, todos son diferentes tipos de violencia hacia la mujer ejercida en seno del hogar donde se supone que debemos estar protegidas, tranquilas, relajadas, no con el miedo puesto en el cuerpo hacia el hombre con el que convivimos. 

El pasado martes 25 de noviembre, después de trabajar cantando en un acto de concienciación para que dejen de producirse situaciones de violencia contra la mujer en el que sólo un 10% eran hombres; terminé de ver la serie Querer, dirigida y guionizada por Alauda Ruiz de Azúa, Eduard Solá y Júlia de Paz en 2024. Deja un regusto amargo por la cruda realidad que refleja, pero invita a la reflexión a través de cada capítulo de cómo la sociedad ayuda a normalizar comportamientos que no deberían tolerarse y se toleran, se justifican y se perpetúan. 

Si te has visto reflejada o reflejado en algunos de esos comportamientos tienes un problema, pide ayuda, tanto si eres víctima como si acabas de darte cuenta de que eres verdugo, el primer paso es reconocerlo.