Síguenos
El vaso... y la vida El vaso... y la vida
banner click 236 banner 236
José Iribas S. Boado

Una psicóloga preguntó una vez a su auditorio cuánto pesaba un vaso de agua que sostenía en la mano. Las respuestas variaban: 200 gramos, 250… La respuesta sorprendió a todos: “El peso no importa. Lo que cuenta es cuánto tiempo lo sostengas”.

Si lo sujetas un minuto, ni te enteras. Una hora, ya molesta. Un día entero... y acabarás con el brazo paralizado y un gran dolor. Las preocupaciones funcionan igual: si las sostienes demasiado tiempo, pesan más de lo que parece. A veces, mucho, mucho… Lo sabes como yo.

Me acordaba de esa historia pensando en cómo, sin darnos cuenta, nos vamos cargando cada día con pequeñas o grandes tensiones. Algunas son vasos de agua; otras, auténticos garrafones. Y a veces nos empeñamos en llevarlas a cuestas como si fuera una penitencia autoimpuesta.

Hoy quiero compartir contigo algunas ideas que nos pueden ayudar a que no nos rompa el estrés. Porque vivir con “aire”, despejado, también es un arte.

Primera: pon orden. Un horario y un plan realista obran milagros. Lo decía Pitágoras: “Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo y de hacerlo bien”. Y de matemáticas sabía un rato.

Segunda: no abarques más de lo que puedes manejar. El que mucho abarca, poco aprieta. Aprende a decir “no” a tiempo. No todo es urgente. Prioriza.

Tercera: resuelve los problemas de uno en uno. No intentes tragarte las uvas de Nochevieja de golpe. Así te ahorras más de un atragantamiento.

Cuarta: relativiza los fallos. No eres infalible, ni falta que hace. Eres humano. Si caes, levántate. Si fallas, aprende.

Quinta: mantén la calma. Nervioso, todo se ve peor. De hecho, “se pone” peor.

Sexta: ríete más. Y, a ser posible, empieza por reírte de ti mismo. La solemnidad excesiva pesa más que una mochila de piedras.

Séptima: le puedes llamar autocuidado. Date algún capricho. Una comida especial, una tarde sin reloj (¡o sin móvil!), un paseo inesperado. Los pequeños placeres son vitaminas para el alma.

Octava: el ocio no es un lujo, es necesidad para que luego vaya bien “el neg-ocio”. También en CampusHome recordamos a nuestros residentes que descansar no es perder el tiempo: es recuperar fuerzas para la carrera.

Novena: duerme bien. No cargues la almohada de problemas. Deja las preocupaciones en una nota para el día siguiente. El Papa Francisco, que en paz descanse, la ponía bajo una figura de San José.

Décima: comparte alegrías, no solo penas. A menudo caemos en la tentación del quejismo, de hablar solo de lo que va mal. Rompe esa dinámica: ¡contagia entusiasmo!

Vuelvo al principio: acuérdate de soltar el vaso. No lo agarres como si te fuera la vida en ello. Ya sabes que, en realidad, lo que más pesa no es el vaso, sino el tiempo que te empeñes en sostenerlo.

Vivimos tiempos intensos; exigentes. Pero nadie nos obliga a llevar todo a cuestas a todas horas. Soltar, a veces, también es un acto de sabiduría. Y de libertad.

Así que, hoy, cuando termines de leer estas líneas... suelta tu vaso. Y sonríe. ¡Es viernes!