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Fuego Fuego
EFE/ Brais Lorenzo

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Isabel Marco

En León ya han muerto dos voluntarios que intentaban apagar las llamas. León es una de las provincias afectadas por los graves incendios que están arrasando no sólo parte de nuestro país, si no también de Europa. En nuestro país ya son más de veinte los incendios declarados, ocho provincias están en llamas: Galicia, Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Madrid, Aragón, además de Asturias y la Comunidad Valenciana.

Ya son más de 60.000 hectáreas quemadas en lo que llevamos de verano, tragedia a la que hay que sumar las víctimas mortales, que ya son tres, y los heridos.

Las zonas verdes y los montes arden mientras los vecinos y vecinas de las zonas rurales afectadas se quejan de la desatención y de la falta de recursos para hacer frente a la ya esperada ola de incendios de cada verano.

En muchas ocasiones las causas son naturales, en otras somos los seres humanos los culpables, bien por negligencias, bien por piromanía o porque después se puede urbanizar en este y aquel terreno. Pero de lo que sí somos culpables los humanos es de no prevenir cuando es un mal que sabemos que nos afecta sobremanera todos los veranos, que llega cada vez con más virulencia y ante el que sin duda deberíamos prepararnos. Pero no se hace, faltan recursos humanos y económicos para realizar una labor de prevención adecuada. Nada se les puede echar en cara a los bomberos que trabajan de sol a sol dejándose la piel. A algunos de estos equipos de bomberos han tenido que darles de comer los vecinos porque nadie se ha preocupado de que, a pesar de que parece lo contrario, son personas y necesitan comer y beber, qué menos.

Las personas que viven en las zonas afectadas, tienen la sensación de que los incendios se extienden cada vez con mayor rapidez y muchos expertos señalan al cambio climático como una de las razones de las grandes oleadas de incendios y de su rápida propagación. Muchos vecinos tienen que evacuar sus casas o incluso lo han perdido todo, se arruinan totalmente tras el paso de las llamas que los deja sin hogar y sin trabajo. Ya es viral la mujer que, ante el incendio de Las Médulas, en León, decía que este incendio era ¨una crónica de una muerte anunciada ya que no hay un protocolo de incendio ¨.

Las personas expertas coinciden en que hay una gran acumulación de combustible en forma de hojarasca y vegetación baja que, además, ha crecido mucho este año por ser un año de primavera lluviosa. Estás condiciones hacen que, si se presentan las condiciones climáticas óptimas, estos terrenos arden como una tea. Si sumamos las olas de calor que empeoran cada año gracias al cambio climático, tenemos un resumen muy sencillo de qué factores ayudan a los incendios, tampoco hay que estudiar mucho para darse cuenta.

Siempre se ha dicho que ¨vale más prevenir que curar ¨ pero no lo estamos aplicando en materia de la lucha contra el fuego. Se invierte muchísimo dinero en la extinción, pero poco en la prevención cuando es el aspecto clave. El invertir mucho en extinción es una medida que queda muy bien de cara a la galería, pero no ayuda al buen estado de los montes, que es el problema de fondo en el que habría que trabajar todo el año planificando y permitiendo a la población rural que se implique en el mantenimiento de sus bosques y montes. El problema es rural durante el año y, por ende, olvidado; y nacional cuando se declara el incendio.

En Gaza siguen ardiendo y el origen no está en el cambio climático, ni en los campos mal cuidados, ni en las manos de un pirómano; en Gaza arden por las bombas que arroja contra el pueblo Palestino el Estado de Israel. Es un genocidio y no nos tenemos que callar. España arde y el pueblo palestino sigue muriendo ante nuestros ojos. No con mi silencio.