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Cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales cortaba el bacalao Cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales cortaba el bacalao

Cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales cortaba el bacalao

Javier Sanz

Aunque consideramos el té como un producto muy inglés, la realidad es que quien lo introdujo en Europa, desde China, fueron los holandeses. Desde allí pasaría a las altas esferas de la sociedad británica y, más tarde, a toda la población. Se hizo tan popular que, como señala Tom Standage en La historia del mundo en seis tragos...

El té fue el combustible de los obreros en las primeras fábrica, lugares donde tanto hombres como máquinas funcionaban, cada uno a su manera, impulsados por la fuerza del vapor.

Lógicamente, la encargada del comercio del té era la Compañía Británica de las Indias Orientales, que llegó a generar más ingresos que el propio gobierno británico y a gobernar a muchas más personas. Y sí, el producto estrella era el té, hasta que alrededor de 1770 las cosas se empezaron a torcer por el éxito del té de contrabando que entraba en Inglaterra y en sus colonias.

Al no tener que pagar aranceles, era mucho más barato y la Compañía pidió auxilio al gobierno. Los contrabandistas estaban rompiendo el monopolio y echando por tierra el chiringuito. No hizo falta suplicar mucho, ya que los aranceles que pagaba el té suponían el 10 de los ingresos gubernamentales. En 1773 se promulgó la Ley del Té que permitía a la Compañía llevar directamente el té a las Treces Colonias (americanas) sin pasar por Inglaterra, lo que equivalía a rebajar el precio y poder competir con el de contrabando, ya que solo tenía que pagar el impuesto de venta de destino pero no el de importación en la metrópoli, que era mayor.

Pero no, los colonos americanos dijeron que no estaban por la labor, ellos querían libre comercio y comprar el té, o lo que fuese, a quien quisiesen y no tener que hacerlo, sí o sí, a la Compañía. Todo estalló por los aires en diciembre de ese mismo año, cuando un grupo de colonos, disfrazados de indios, arrojaron al mar el cargamento de té de tres barcos británicos.

Motín del té


El llamado motín del té fue el germen de la revolución que llevó a la independencia de las Trece Colonias. Pero fijaos lo listos que eran los jodios, porque listos eran hasta decir basta. Un negocio tan rentable tenía un pero, además muy importante, y era la dependencia absoluta de un único proveedor, en esta caso China, al que, además, había que pagar en dinero contante y sonante.

Los chinos no aceptaban cuadrar las balanzas comerciales con baratijas. Localizado el problema, buscaron solucionarlo. Por el tema del proveedor único, aunque les costó varios años y fue a largo plazo, consiguieron producirlo en la India que, encima, estaba controlado por ellos mismos. Hoy en día, el mayor productor mundial de té es la India.

Y por el tema de pagar en cash, la Compañía comenzó a introducir en China el opio precisamente desde la India. Primero, algo de menudeo, como el camello que vende en la esquina, y, más tarde, versión Pablo Escobar o el Chapo. Lógicamente, con el visto bueno del gobierno. Habría que advertir que, por los problemas de adicción, el opio estaba prohibido en China.

Y la verdad, el negocio era brillante: el opio se producía en la India y, para no mezclar a la Compañía en estos negocios turbios, llegaba a China a través de intermediarios y contrabandistas locales; colocado en el mercado chino, gracias a una red de sobornos perfectamente orquestada y engrasada, el dinero llegaba a Londres y, desde la metrópoli, volvía a viajar a China (ahora diríamos ya blanqueado), para pagar los cargamentos de té. Será mezquino, pero el plan hay que reconocer que es brillante.

Importaciones

En 1828, el valor de las importaciones chinas de opio ya era superior al de exportaciones de té. El empeño del gobierno chino por frenar el consumo de opio se veía frenado, una y otra vez, por la red de corrupción que operaba financiada por la Compañía (y por la vista gorda del gobierno británico). Tras años de tiras y aflojas soterrados, cuando el gobierno británico vio peligrar aquel lucrativo negocio por las presiones chinas, se quitó la careta y en 1839 declaró la guerra a China en la llamada guerra del opio.

Eso sí, utilizó el pretexto de defender el derecho al libre comercio. Siempre han sido grandes prestidigitadores. A las primeras de cambio, ya se vio que la armas chinas estaban en pañales frente al poderío británico, y en apenas tres años finiquitaron el asunto con pingües beneficios: obtuvieron Hong Kong (bajo soberanía británica hasta 1997), el pago de reparaciones de guerra y la apertura al libre comercio de todas las mercancías (incluido el opio, que fue legalizado) en los puertos más importantes de China. Una auténtica humillación para el gigante asiático. Otro detallito, la empresa multinacional británica de servicios financieros HSBC (The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation), el tercer mayor banco del mundo por activos en la actualidad, se fundó en 1865 en Hong Kong para administrar las ganancias generadas por el tráfico de opio. Ahí es na...

La independencia de los Estados Unidos y la explotación de China fueron el legado de la influencia del té y del opio en la política imperial británica. Apenas me quedaría añadir ¿solo o con leche?