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Cosas Cosas
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Javier Lizaga

Odio la palabra cosas. La correcta redacción periodística obliga a repudiarla. Nunca hay cosas, ni gente. Hay trabajadores, profesores, alumnos, politicastros. Usar “cosas” o “gente” es desperdiciar una palabra, incluso suelen tener un carácter peyorativo. Para que me entiendan, ostentan la misma mala fama que los solteros en un grupo de casados.

Sin embargo, cada día más me gustan las cosas. Preparo con mimo la cafetera, como un cura su guisopo, son las 6 de la mañana, sólo cruje el viento y me topo con el paquete nuevo de café, que un hada, no puede ser otra cosa, dejó listo. Peleo contra el sueño y en un último coletazo coloco mis pasahojas en el libro, como un ancla, parecen trazos de niños, pero sé que son sueños que vendrán. Repaso la lección, con el único ánimo de ser profesor adjunto, enseño a batir un huevo con la misma sonrisa que ponía mi madre antes de enfrentarme con un mortero. El otro día descubrí a Adrian Tomine, tan genial e inadaptado que cuenta en un comic “la soledad del dibujante”. En una viñeta recuerda como le jodía dormir a sus hijos cuando eran bebés porque le cortaban el ritmo de trabajo. En la siguiente, explica que ahora que se pasa todo el día dibujando, no hay nada que eche más de menos que dormir a sus hijos.

Pero además de las cosas, están las cosas con el apellido “importantes”. Suelen ser amigas del verbo “hay que”, un impertinente. Siempre con prisas. Cuando uno está en la espiral de cosas, las sencillas, vienen las importantes, incluso, están también las cosas inevitables, parientes de las cosas imprevistas, incluso las cosas bonitas, que son las que salen en instagram. Kieran Setiya habla de la paradoja del altruismo, solo son felices, dice, quienes ponen el afan en cosas que no sean su propia felicidad. No salvar la humanidad, preocuparse por los vecinos.

Organizamos competiciones con pinzas de tender, hay fiestas con la simple decoración de un bol de gusanitos y empiezan a gustarme las marcas en el suelo, porque me recuerdan alguna batalla. No se lo digan a mis hijos. Supongo que ocurre como en todas las casas, llenas de cosas. Byung Chul Han critica este mundo digital donde nos enruna la información, más datos, más noticias no significan, asegura, más verdad. Creo que voy a dejar de hacer tantas cosas, y menos, importantes.