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Furor dominical Furor dominical

Furor dominical

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Javier Lizaga

El domingo quedé a correr con unas 20.000 personas. Ya ven, festivo, con extraños y de madrugada. Cualquier psicoanalista lo consideraría pistas de que las cosas no me van bien. Fue lo mismo que pensé al llegar y ver gente en tirantes, camisetas chillonas y meando contra cualquier valla. Más gente que vallas. El ambiente era el mismo que precedía a un examen de Química. Inseguridad, nervios y gente muy flipada que sabes que mañana estará buscando culpables. Había tantos corredores calentando que tuve que fingir que corría, aunque, en mi caso, buscaba un policlín.

Cuando conseguí encontrar el agujero en la valla para poder entrar en el recorrido (lo llaman jaula, que cabrones) un tipo casi me pisa la cabeza mientras me ataba los cordones y no pude ni ponerme un podcast porque el dj fijo que venía de la MR de Monreal y está sordo el pobrecico. Dieron la salida y apreté porque salir de allí era lo único coherente y porque al final no encontré el policlín.

La dinámica de las carreras es sencilla. En el kilómetro 5 te asalta la duda ¿qué hago yo aquí? En el kilómetro 10 las opciones se dividen. Por un lado te dices: “venga, voy genial, ya vamos a mitad”. A lo que tu mente responde: “¿Todavía falta la mitad? Mejor retirarse”.

Con suerte entre tropezones, algo que falla, tratar de encontrar donde metiste el gel y demás cuestiones llegas al 15. Siempre trato de que mi familia me espere entre el 16 y el 18, así ya por vergüenza uno sigue. Y ya una vez saludados y pasado el subidón, solo queda apurar los últimos kilómetros prometiéndose que no te volverás a apuntar más.

En mi caso, me autoengaño (mejor en esto que en la valoración de mi aspecto) y ya va por la séptima vez que corro esta misma carrera. Por lo demás es una jornada maravillosa. Ahora no lo veo del todo claro porque tengo agujetas en lugares nuevos. La gente dice que el deporte es sano. Pregúntenles. A mí me gustaría pedir que recuperen la barra de cerveza que solía haber al final de la carrera. Por ver si me apunto otra vez o no.