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La niñas La niñas

La niñas

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Javier Lizaga

“Yo lo que quiero es que estudies, que te saques una carrera, que tengas oportunidades, que no dependas de nadie”. Hay frases que hacen historia porque las dijo alguien importante. Otras te dan un escalofrío, porque las ha dicho tu madre. Solo por ésta Pilar Palomero y su equipo ya merecerían el Goya a mejor película. 

Lo que pasa es que además hacen una película redonda, no perfecta, pero sí redonda, equilibrada y con un personaje, Celia, de esos, que se queda a vivir en el apartamento de tu cabeza. 

Cuentan además lo que fueron los 90, lo que es España, entre las mamachicho y el misterio de la trinidad, incomprensible todo. 

Siempre relato uno de mis mejores momentos, en mi Comunión. Sucedió después de meses (dos años malgastando mañanas de domingo) y muchos ensayos de una canción de Perales, para más inri. 

El día de autos me vestí de marinerito, aunque se me    caía el traje después de una semana enfermo de varicela. Cuando ya formábamos en plan coro para recibir a padres y familiares emperifollados, el cura se acercó y me dijo al oído: “Tú no cantes, mueve los labios y ya está”. 

La frase sonaba a desprecio y a orden, ambas a la vez. Visto con distancia, la que te va endureciendo, la escena es graciosa. Por supuesto, canté. Desafiné, seguro. Pero fue el día que más aprendí de toda la catequesis. 

El sábado los premios del cine español juzgan a Las niñas, y quería recomendársela antes, ajeno a la pátina que dan los reconocimientos. Porque es una película de victoria. Donde el único refugio es pensar por uno mismo. Eso siempre. 

La película empieza a reivindicar que somos hijos de los 90. Una década que para Ramón González Férriz se resume en Friends, un grupo de solteros libertinos que ansían casarse, jóvenes con   ideales del 68 y objetivos vitales de Margaret Thatcher. 

Detrás de Las niñas hay además un equipo espectacular, de aragoneses, de soñadores.  Y da la impresión de que después de tantas cosas, en la década del “póntelo, pónselo”, de la Carrá, de Umbral y de Jesús Gil…al final, nos vamos a quedar con lo que dijeron nuestras madres.