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No quiero No quiero

No quiero

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Javier Lizaga

Los muertos siempre andan salvando a los vivos. Pienso mientras leo que los mariachis se han salvado tocando en funerales. Han cambiado el repertorio o mejor, lo han reordenado y nos han confirmado que hay canciones de desamor que te dejan de luto. En el mundo del “me gusta” enfermizo nos ha empezado a definir lo que no hacemos. En la sociedad del bienquedar y de la tarjeta de crédito es más barato deshacer o devolver que decir no, que decir “eres un imbécil”, un indeseable, me caes mal, ¿cuánto hacen que no lo dicen? Hemos empezado a esconder la negación porque es el último reducto en el que tenemos que decir la verdad. Como las canciones que no te gustan y acabas tarareando, en contra de tu voluntad, pero a favor de ella realmente.

Empecemos. Díganme si a los políticos no les definen los proyectos que no hicieron más que los que hicieron. Por ejemplo, el museo del Traje o el Ave por Teruel de Zapatero fueron realmente promesas que se hacen para que te acaben dejando a la semana de relación, contando con un iluso que se muere por enamorarse. Piensen en el museo de la Batalla de Teruel, la ciudad deportiva junto a Dinópolis, el nuevo hospital de Rudi o el que comenzó a construirse en 1986 también en Los Planos. A mi abuelo “la expansión natural de Teruel” ya le costó que le jodieran un buen campo de cereal, de los que hay entre el Parador y la carretera a Concud, donde hace décadas se programó una enorme urbanización. El no hacer es un arte. De los grandes proyectos a tener abandonada la vía verde o el paseo del Turia o parques infantiles, que intuimos ya no desmontan, porque quieren montar un museo.

Pero piensen también en cada uno. En lo que no dejaron de hacer ni en el confinamiento. A quien no dejaron de llamar. A quien no dejaron de abrazar. El otro día una conductora le argumentaba al agente que la amonestaba en un control que los medios de comunicación no lo  explicamos bien, que se ha dicho que no se puede viajar en Semana Santa, y que por eso ella precisamente viajaba unos días antes… Mañana deberían temblar las plazas, los nervios y la alegría en el Bajo Aragón. Yo lo he vivido. Llama la atención que, sin embargo, se llenen plazas de turistas o de terrazas. Algunos hubiéramos hecho otra lista de prioridades y de negaciones. Como dice Calamaro, no se lo que quiero, pero sé lo que no quiero.