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Javier Lizaga

Propone Pedro Sánchez “restricción de la movilidad nocturna” para el toque de queda. Nos lo pide a nosotros que bautizamos a un par de “nuevo Messi” cada año. Siempre me ha llamado la atención lo pueriles que, a veces, pueden ser los políticos. Humboldt ya deja claro que si hay algo propio a una lengua es la falta de transparencia: “al escuchar una palabra no hay dos personas que piensen exactamente lo mismo”. Por eso, cambiar un término no sirve de nada. Cada una, cada uno arrastra sus circunstancias. Por eso intuimos que al presidente le da canguelo aplicar medidas autoritarias. Los circunloquios, como cuando hablas de tu cuñao sin nombrarlo, o los eufemismos, cuando “ajuste” significa poner 50 tipos en la calle, ambos, son solo pistas de las obsesiones de quien habla. 

Hace un año hubiéramos tenido que mirar en el diccionario lo que significa confinamiento, por ejemplo. Nos hubiera sonado a secuestro, a locura, a ermitaño y ahora nos suena a solución. En “Antidisturbios” uno de los policías cuando le preguntan por qué lo hace,  lo explica claro: “creo que ayudo a que el mundo vaya mejor, a ver si se cree usted que disfruto dando bolazos de goma”. También hemos redefinido, por ejemplo, la palabra esenciales. Ahora la usamos como adjetivo de algo tan básico como “trabajadores”. Nos hemos dado cuenta de que los que sostienen el mundo son las cajeras del súper, los barrenderos, los repartidores y esos a quienes les pagamos, muchas veces, con otro hit, “el contrato basura”. 

Ha ampliado significado servicio público, hemos descubierto médicos, enfermeras, conductores de ambulancias que se han jugado la vida, los hemos metido en la palabra “héroes”, pero también hemos conocido a otros “miserables” que pensaban que eso de servicio público era un sueldo fijo y no el deber de currar en un pueblo remoto. Hemos sentido la angustia, del silencio, la ansiedad, de las cifras que nunca son números sino personas, la alegría se ha subido a los balcones y los arcoiris ya simbolizan para siempre que todo puede ir mejor, que igual que todos nos preguntamos algún segundo del día cómo hemos llegado hasta aquí, todavía recordamos los significados de la palabra multitud. Una vez en el trabajo me ordenaron que dejara de usar la palabra crisis económica. Ya ven, todo un éxito.