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Culpables Culpables
EFE/EPA/Tiago Petinga

Javier Gascó

Hace tan solo un par de días en esta misma columna Elena Gómez reflexionaba de lo poco que importan, a nivel mediático, los desastres -meteorológicos o de cualquier otra índole- más allá de la M-30 y de las exigentes voces que siempre aparecen cuando algo chungo sucede reclamando un minuto de gloria o al menos una atención similar  a la que se le da a la capital. Ella, de manera muy acertada, hablaba de “inconformismo absoluto”. Yo considero que esa catalogación es incluso suave cuando el asunto catastrófico ya no solo ha ocurrido lejos de la meseta, sino que ha traspasado nuestras fronteras nacionales.

El terremoto que devastó Marruecos el pasado viernes me está haciendo reafirmarme. Quizás soy algo malpensado si considero que la relevancia que el asunto está teniendo en los medios de comunicación españoles tiene los días contados. De hecho, creo que hoy los telediarios ya no abrirán con las apabullantes cifras de fallecidos y heridos, sino que optarán por la siempre entretenida vuelta al cole. Por supuesto, con los niños de la capital como protagonistas.

Puede que los periodistas tengamos buena parte de culpa. En los meses veraniegos las agendas van con déficit de convocatorias y cada tema, sobre todo si da para debate, se exprime hasta la extenuación. Véase el caso de Rubiales. ¿Cuántas páginas en blanco se habrán podido llenar con el asunto?

En el país vecino tardarán en olvidarse de la mayor tragedia sísmica de los últimos sesenta años (en el año 1960 hubo un terremoto todavía peor que dejó más de 13.000 víctimas mortales), pero creo que de Melilla hacia el norte el tema se esfumará en cuanto vuelvan a aparecer en escena posibles pactos para gobernar o leyes que generen controversia a un lado o a otro del mapa político.

Somos egoístas por naturaleza y aunque ahora nos apene la situación marroquí dentro de poco volveremos a pensar única y exclusivamente en nuestro propio ombligo. Creo que los medios tenemos algo de culpa de ello.