

Algo ha cambiado y me alegra. Es el último domingo de julio y ayer fue la primera discomóvil del verano en mi pueblo. De normal este fin de semana solía comenzar el campeonato de futbito, pero este año se ha retrasado una semana. Ahora parece que está más de moda el pádel, quizás por las dos nuevas pistas que han abierto este año al lado de la piscina. Sin embargo, el plan a las 6 de la tarde era quedarse en casa y poner la tele.
“Hoy jugaban las chicas”, me dice mi madre. Y me sorprende, ya que un friki como yo lo debe saber perfectamente, pero que lo haga mi madre me hace pensar. Quizás ya hemos dado un paso importante sólo con eso. Pero aún va a más.
Por un grupo de whatsapp en el que estamos varios colegas (todo hombres) se comenta el partido y se habla, con nombre y apellidos, de las jugadoras españolas.
“La pantera de Zaragoza” llama uno de esos amigos a Salma Paralluelo. Joder, puede parecer una chorrada y quizás me sorprenda con muy poco, pero sinceramente es algo que me llama la atención.
Es evidente que algo ha cambiado. Todavía nos queda camino por delante, pero algo es algo.
Sigue habiendo cierta condescendencia o incluso desprecio a la hora de hablar de fútbol femenino. No obstante, desde que ganamos el mundial tanto las nuevas generaciones como las de toda la vida han cambiado su visión sobre el fútbol femenino.
La selección femenina a la que ni los frikazos como yo le hacíamos caso hace unos años ya no pasa desapercibida para nadie.
Cuando escribo esto España e Inglaterra empatan a uno y llevan más de 100 minutos disputados en la final de la Eurocopa. España juega mejor, pero todavía desconozco cuál será el resultado final. Pero hay una cosa que tengo clara: solo con ese cambio de chip ya hemos ganado.