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Sacudidas Sacudidas
EFE/Ana Escobar

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Javier Gascó
En apenas minutos, todo al garete. Sin posibilidad de salvar esa enorme cantidad de cosas que siempre habías imaginado que salvarías en caso de que se produjese un desastre que rara vez se produce, pero que cuando lo hace no da opción a andarse con rodeos. Salvarse o morir.

Lo que sucedió este jueves en Valencia o hace unos cuantos meses aquí en Teruel es algo tan inesperado y catastrófico que parece de mentira. Nadie puede imaginarse que su casa, y con ella todas las del vecindario, va a desaparecer en cuestión de minutos. Devastador me parece poco.

Las imágenes de este tipo de tragedias, siempre en un fino límite entre el morbo y la noticiabilidad, ayudan a reflexionar sobre lo rápido que se puede ir todo al traste. Una vida entera pagando la hipoteca de una casa que te habían vendido en pleno boom inmobiliario en uno de los barrios más de moda de Valencia para que en una ventosa tarde de febrero te quedes con una mano delante y otra detrás. Sin nada. En la calle con lo puesto.

Y aún tienes que estar agradecido a los bomberos, que cumplieron con su trabajo a las mil maravillas, porque conservas lo único que te queda: la vida. Me resulta angustioso solo de pensarlo, pero es la realidad para muchas de esas familias a las que hoy buscan los focos de todas las teles nacionales, pero que en un par de meses habrán pasado a la historia y ni las instituciones se acordarán de ellas.

Cuando eso pase, solo quedará el consuelo colectivo de un grupo de vecinos que, al igual que los de la calle San Francisco, deberá empezar su vida desde cero. De vivir con comodidad en un piso relativamente moderno y en una buena zona de Valencia a no tener nada. Como cuando te matan en un videojuego y empiezas de nuevo desde la primera pantalla, pero en la vida real.

Me parece demasiado duro como para ser real. Pero parece que en ocasiones la vida da este tipo de sacudidas para dejar claro que no somos nada y que en un abrir y cerrar de ojos estamos visitando a San Pedro. Disfrutar, aunque a veces pueda parecer complicado, tendría que ser una obligación.