Esta semana me ha llamado poderosamente la atención una de las múltiples chorradas que a veces me encuentro por redes sociales. En este caso era el mensaje de despedida de un futbolista del Getafe que se marchaba traspasado, de forma un poco forzosa, a un club inglés. Hasta ahí todo dentro de la normalidad. La cuestión es que el mensaje que Uche, que es como se hace llamar el joven, publicó en sus redes sociales para agradecer tanto al equipo como a sus aficionados su paso por el equipo era exactamente el mismo -ni una coma difería entre uno y otro- que publicó otro futbolista, en este caso Fabio Silva, cuando fue traspasado. ¿Será que ambos estaban tan entristecidos por decir adiós que se pusieron de acuerdo para hacerlo de una forma tan impersonal como esa? Realmente, no lo sé, pero el ejemplo me viene al dedillo para poner el acento sobre algo que me preocupa cada vez más. Yo le llamo, creo que con bastante ignorancia en lo que se refiere a la denominación, la despersonalización de las personas.
Igual es que me estoy haciendo mayor, pero percibo que cada vez somos menos autónomos, aunque pensemos completamente lo opuesto. Pararme a hablar de las máquinas que tenemos a nuestra disposición para hacer lo que nos venga en gana a la mayor brevedad posible sin tener que mover un dedo me parece perder el tiempo a estas alturas de la vida. Ese discurso ha quedado anticuado. Ahora me preocupa más la cuestión que tiene que ver con el intelecto. Estamos virando hacia un lugar (llámalo Inteligencia Artificial o como quieras llamarlo) en el que ya ni siquiera vamos a pararnos a pensar en algo que debe ser tan singular como una despedida.
Pero, claro, ¿cómo no va a ser así? Creo que ya se ha convertido en algo inevitable cuando una de las personas con más influencia entre el público femenino de nuestro país presume de no abrir un libro si no es para nada más que buscar consejos de autoayuda. ¿Acaso existe alguna solución? Dejo la pregunta abierta porque no tengo ni la más mínima idea de la respuesta. Quizás la Inteligencia Artificial pueda tenerla. Yo paso de buscarla.
Igual es que me estoy haciendo mayor, pero percibo que cada vez somos menos autónomos, aunque pensemos completamente lo opuesto. Pararme a hablar de las máquinas que tenemos a nuestra disposición para hacer lo que nos venga en gana a la mayor brevedad posible sin tener que mover un dedo me parece perder el tiempo a estas alturas de la vida. Ese discurso ha quedado anticuado. Ahora me preocupa más la cuestión que tiene que ver con el intelecto. Estamos virando hacia un lugar (llámalo Inteligencia Artificial o como quieras llamarlo) en el que ya ni siquiera vamos a pararnos a pensar en algo que debe ser tan singular como una despedida.
Pero, claro, ¿cómo no va a ser así? Creo que ya se ha convertido en algo inevitable cuando una de las personas con más influencia entre el público femenino de nuestro país presume de no abrir un libro si no es para nada más que buscar consejos de autoayuda. ¿Acaso existe alguna solución? Dejo la pregunta abierta porque no tengo ni la más mínima idea de la respuesta. Quizás la Inteligencia Artificial pueda tenerla. Yo paso de buscarla.