

Hace unos días me di cuenta de que tal vez debamos empezar de nuevo el curso sobre qué es buscar las igualdades en función de género. El movimiento que busca conseguir y consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, que ninguno de los dos géneros tenga privilegios por encima del otro, se llama feminismo. Sí, por mucho que a muchos les escueza porque suena a mujer, a femenino. El feminismo lo que busca no es la supremacía de la mujer por encima del hombre, eso se llama misandria o hembrismo.
El otro día una chica de treinta y pocos me dijo que ella “ni machismo ni feminismo, que quería a todos iguales”, tuve que decirle que lo que busca la igualdad es el feminismo, que no se equivoque, que feminismo no es lo contrario a machismo. Por desgracia, en ese momento no pude contestarle como me hubiese gustado, así que me voy a resarcir en estas líneas, aunque supongo que ella nunca las leerá.
Misandria viene del griego: miso, que odia, y andros, varón; por lo tanto, es un término que hace referencia al odio o aversión hacia los varones, el desprecio al varón como sexo y todo lo que se considere masculino. La misandria puede manifestarse a través de la denigración, la discriminación y la violencia contra el varón. Se considera este término como el homólogo sexista de la misoginia.
El hembrismo es un neologismo que se usa como sinónimo de misandria, de discriminación sexual contra los hombres e incluso para referirse a sesgos de género que perjudican a los mismos en acciones u opiniones. Su origen se remontaría a comienzos de la segunda mitad del siglo XX para aludir a la contraparte femenina del machismo.
Para que quede claro: misandria es el antónimo de misoginia, en ambos términos hay un componente de odio; y hembrismo es lo contrario a machismo, términos que hacen referencia a dinámicas relacionales de control y/o sumisión que se han aprendido y generalizado con el paso del tiempo. Todos pueden dar lugar a conductas, creencias y comportamientos discriminatorios.
Dicho esto, no hay lugar a la duda de que en nuestra sociedad hay un claro patrón machista en el que destacan las dinámicas relacionales de control y/o sumisión del género masculino hacia el femenino que han sido aprendidas y generalizadas. Un patrón que puede darse tanto en hombres como en mujeres. Son muchos los ejemplos, no hay nada más que mirar las dinámicas familiares y seguro que descubrimos muchos.
Estos términos contrarios al machismo y a la misoginia no se han inventado ahora, aunque apenas se usan; quizá no interese porque es mejor que se siga pensando que el feminismo quiere la supremacía de la mujer por encima del hombre, eso ayuda a frenar este movimiento y así los privilegiados no pierden su estatus. A veces pienso que no estaría de más darle la vuelta a la tortilla, pero fíjate si somos conformadas que nos vale con que todos seamos iguales, ni más ni menos.
La sociedad se está perdiendo un poco con esto, habría que explicarlo mejor, hay que explicarlo porque la gente sigue sin entenderlo. Si no se es capaz de entender que esa lucha es justa, si no se es capaz de renunciar a los privilegios para que todos tengamos lo mismo, se es parte del problema. Es lógico que el que tiene privilegios se resista a perderlos, pero no se entiende que se alardee de no querer que la mitad de la población tenga los mismos derechos que la otra, es completamente injusto. Esta situación se está dando en las redes, en las televisiones, en los mítines políticos… No entiendo cómo se puede sembrar en contra del feminismo porque se ataca a la mitad de la población. Qué ciegas estamos y cómo nos tragamos eso de que “ni machismo ni feminismo”. No, la frase es: ni machismo, ni hembrismo: feminismo.