

Los que crecimos en la década de los 80 siempre fuimos conscientes de la cruda realidad: nada unía tanto a una familia como la televisión. En mi casa pasamos muchas veladas apretados en el sofá de escay bajo el influjo de la pequeña pantalla y recuerdo con cariño las emisiones del Un, dos, tres, los especiales de Martes y 13 y, cómo no, las citas anuales con el festival de Eurovisión. Habrá quien guarde en su memoria las imágenes del España-Malta y los 12 goles cantados por el gran José Ángel de la Casa; no serán pocos los que sientan nostalgia de la época en que las Azúcar Moreno soñaban con su Amante bandido y Sergio Dalma bailaba… con los delfines. Otros, más frívolos, preferimos aferrarnos como adolescentes hiperhormonados al “descuido” que la voluptuosa Sabrina Salerno nos regaló durante la nochevieja del 87. ¡Ay, la memoria! Ya lo dejó escrito el alemán Jean Paul Richter, “es el único paraíso del que no podemos ser expulsados”.
En el primer capítulo de Cuéntame, la serie que enseñó más historia contemporánea de España que la Logse, la familia Alcántara se reunía frente al televisor para disfrutar de la victoria de Massiel en el certamen de Eurovisión de 1968.
A lo largo de los años, se ha especulado mucho sobre el interés de Franco en el festival y su pretensión de utilizarlo para renovar la imagen del país de cara al exterior. En torno a esta premisa nace el último proyecto de Pepe Coira y Fran Araújo para Movistar Plus+, La canción.
Los creadores de Rapa viajan atrás en el tiempo para ofrecernos el retrato de esa España del tardofranquismo que buscaba abrirse a la modernidad a través de la música pop y el concurso de canciones más importante de Europa.
Miniserie de ‘twelve points’
El actor Patrick Criado es Esteban Guerra, el joven y ambicioso funcionario de RTVE que hará lo imposible para que España gane el festival de Eurovisión. Para ello, el protagonista contará con la ayuda de Artur Kaps (Alex Brendemühl), un austriaco afincado en nuestro país con amplia experiencia en el mundo de la televisión. Entre los dos se ocuparán de dar con la canción y el intérprete ideales para lograr el objetivo impuesto por Franco; una carrera contrarreloj llena de obstáculos, con giros de guion imposibles, sustituciones de última hora —la negativa de Joan Manuel Serrat a cantar en castellano— y la aparición estelar de Massiel (Carolina Yuste), la artista que finalmente hará suyo el mítico La la la.
Por la serie desfilan figuras reales de la época (Kaps y su esposa la marionetista Herta Frankel, Fraga, Cliff Richard o incluso, El dúo dinámico, compositores de la canción) y personajes ficticios (entre ellos, Esteban Guerra, una suerte de López Vázquez con mejor planta y en modo trepa, del que se intuye una sexualidad reprimida).
El mérito de La canción es que, a pesar de su base real, en ningún momento resulta previsible; además, tampoco estamos ante un biopic convencional. Carolina Yuste, en su primera aparición tras ganar el Goya a mejor actriz por La infiltrada, no imita a Massiel aunque da el do de pecho y se atreve a cantar en la serie. Más allá del momento Tu cara me suena que supone la actuación en el Royal Albert Hall, Yuste logra escapar de la caricatura y transmite al espectador la compleja personalidad de “la tanqueta de Leganitos”. Una mujer divertida, polémica, con ideales, que llegó a imponer su vestuario —pagándolo de su bolsillo— y que, tras su triunfo arrollador en Londres, rechazó formar parte del aparato propagandístico del régimen.
La canción es el aperitivo ideal —sólo 3 capítulos— para abrir boca en plena semana eurovisiva. Ahora que tenemos nuevo papa en el Vaticano y la certeza de que con Chanel llegó “la mami”, sólo queda cruzar los dedos para que el próximo sábado Melody se proclame como la Diva de Europa.