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‘Ballard’. Hay vida más allá de ‘Bosch’ ‘Ballard’. Hay vida más allá de ‘Bosch’

‘Ballard’. Hay vida más allá de ‘Bosch’

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José Baldó
En 1992 el escritor estadounidense Michael Connelly presentó en sociedad a uno de los grandes iconos de la novela negra moderna. Su nombre, Harry Bosch, quedó grabado en la memoria de los numerosos lectores que se acercaron a El eco negro y descubrieron a este solitario policía de Los Ángeles aficionado al jazz. A partir de ahí, Connelly confeccionó una mitología en torno a su personaje estrella con más de veinticinco novelas y dos magníficas series de televisión, Bosch y Bosch: legacy, ambas disponibles en Amazon.

Es muy difícil que un personaje consiga ganarse el favor del público y, al mismo tiempo, mantenga intacto su éxito a lo largo de los años. Connelly lo logró con Bosch y ha tenido la suerte de repetir la proeza hasta en dos ocasiones más. De su teclado han salido a la luz el carismático abogado Mickey Haller y, más recientemente, la detective Renée Ballard, responsable de la división de casos sin resolver del Departamento de Policía de Los Ángeles. Del primero hay una estupenda serie en Netflix que ya va por su tercera temporada, El abogado del Lincoln, un entretenimiento de los de toda la vida; una relectura del clásico drama legal a lo Perry Mason adaptado a los tiempos de John Grisham que se devora de una sentada. En cuanto a Ballard, Amazon estrenó el pasado verano una adaptación a la pequeña pantalla de las novelas de Connelly con la actriz Maggie Q en el papel protagonista. Un thriller que nace como un spin-off de Bosch —incluso aparece Titus Welliver retomando su papel en un pequeño cameo— y pronto despliega sus alas para volar por sí sola. 

Sororidad y justicia poética

La detective Renée Ballard ha caído en desgracia y sus superiores de la Policía de Los Ángeles la han obligado a tomar las riendas de la unidad de casos sin resolver. Al igual que ocurría en Dept Q —de la que ya hablamos en esta sección—, la protagonista de la serie ha sido apartada del resto de sus compañeros y relegada a trabajar en un sótano, sin apenas medios, y con un equipo formado por voluntarios y agentes retirados. Junto a ellos, Ballard deberá ocuparse del misterioso asesinato de la hermana de un concejal que tuvo lugar dos décadas atrás. En paralelo a esta investigación, la detective descubrirá indicios de la existencia de una red de corrupción dentro del propio cuerpo policial y, a su vez, la conexión con un antiguo compañero al que acusó de agresión sexual.

La actriz Maggie Q da vida a la protagonista, una profesional fría e implacable dispuesta a poner patas arriba el sistema con tal de sacar a la luz la verdad. La ayuda llegará a través de un grupo de inadaptados entre los que se encuentran un agente jubilado, una risueña ama de casa, una estudiante de prácticas y un empresario del sector de la vigilancia. A ellos se sumará una ex policía desencantada con el cuerpo que regresa al servicio dispuesta a enfrentarse a su pasado.

La sombra de Harry Bosch es alargada y esta nueva serie nace con el sambenito de ser injustamente comparada con su hermana mayor. No se dejen engañar, las actuaciones son de primera —sobre todo, Maggie Q y John Carroll Lynch, un secundario siempre brillante—, la trama resulta adictiva y te mantiene pegado a la pantalla hasta su explosivo final (con cliffhanger incluido).

Digámoslo ya, Ballard es un triunfo. La enésima muestra del enorme talento de Michael Connelly, un escritor capaz de vender a Hollywood hasta su lista de la compra.