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El mundo necesita a Ted Lasso El mundo necesita a Ted Lasso

El mundo necesita a Ted Lasso

José Baldó

Estarán de acuerdo conmigo en que Jorge Valdano es lo más parecido que tenemos a un filósofo del fútbol. Suya es la frase “el fútbol no es la vida, pero es un gran simulador de ésta”. Para el argentino, en el terreno de juego se reflejan buena parte de las virtudes y defectos presentes en todo ser humano: la envidia, el odio, el ego desmedido, pero también la nobleza, la disciplina o el compañerismo.

A todo ello debe hacer frente Ted Lasso, el personaje que da nombre a la serie de Apple TV que recientemente estrenaba su tercera y última temporada. Un entrenador atípico en el mundo deportivo, un hombre que resta importancia a las victorias y derrotas, y confiesa que su papel no es otro que el de “ayudar a los jugadores a convertirse en la mejor versión de sí mismos”. Una actitud ante la vida que sirve de inspiración a un público cada vez más acostumbrado al cinismo que salpica las pantallas: desde odas a la superficialidad y la vergüenza ajena como First Dates, empeñadas en que nos siente mal la cena, hasta ficciones mucho más relevantes como La casa del dragón o la imprescindible Succession, centradas en el poder y el individualismo malsano.

Comedia con buen corazón

Lasso (Jason Sudeikis) es un entrenador universitario de fútbol americano que se muda a Inglaterra para dirigir a un equipo de la Premier League, el AFC Richmond. Sin experiencia ni conocimientos sobre ese deporte, su contratación responde a una maniobra de la nueva dueña del club, Rebecca Welton (Hannah Waddingham) que, tras su tormentoso divorcio, busca vengarse de su marido hundiendo la reputación del equipo. Muy pronto la positividad, la empatía y las dotes de liderazgo de Ted Lasso hacen mella en el vestuario del Richmond y dan al traste con los planes iniciales de Rebecca.

Este peculiar personaje nace en 2013 gracias a un sketch cómico para promocionar la Premier League en la cadena estadounidense NBC Sports. Años más tarde, el propio Jason Sudeikis, junto a los guionistas Brendan Hunt y Joe Kelly, crea una serie de televisión ajena a modas y franquicias, centrada en las peripecias de un tipo exageradamente bueno, ingenuo y amable hasta rozar el ridículo. Una versión en carne y hueso de Ned Flanders, con su mismo bigote, sus mismas ganas de ayudar al prójimo, pero liberado del puritanismo recalcitrante del que hace gala el vecino de Los Simpsons. Sin embargo, tras la personalidad aparentemente despreocupada e ingenua de Lasso, se esconden un oscuro pasado y una historia familiar amarga que el espectador descubrirá a lo largo de las temporadas.

Sudeikis, al que hemos podido ver en películas como Carta blanca o Cómo acabar con tu jefe, interpreta aquí el papel de su vida y se asegura un puesto privilegiado en la memoria de los amantes de la comedia. Junto a él, la serie cuenta con un reparto de secundarios de lujo entre los que destacan Brett Goldstein como el gruñón y malhablado capitán Roy Kent, Brendan Hunt en el papel del asistente de Lasso o Hannah Waddingham como la despechada dueña del club.

En los tiempos que corren, encontrar una obra de ficción que apueste por el optimismo y la concordia es, además de una rareza exótica (casi suicida), un ejercicio de valentía que merece todo nuestro apoyo. Les aseguro que cuando vean el primer capítulo de la serie ya no habrá vuelta atrás. Rezarán para que el árbitro no pite el final del partido, el mister habrá conquistado sus corazones y todos desearán tener un Ted Lasso en sus vidas.