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Tulsa King: Stallone, el capo Tulsa King: Stallone, el capo

Tulsa King: Stallone, el capo

José Baldó

En la primera escena de Uno de los nuestros, la obra maestra de Martin Scorsese, Ray Liotta confesaba al espectador que siempre había querido ser un gánster. Treinta y tres años más tarde, Tulsa King abre con Sylvester Stallone contemplando su rostro en el espejo de su celda y recordando el momento en que su padre le preguntó a qué quería dedicar su vida: “quiero ser un gánster de primera”.

La nueva serie de la plataforma SkyShowtime tiende un puente entre la cinta dirigida por Scorsese y otros clásicos del cine de mafiosos como Atrapado por su pasado (Carlito’s Way). Al igual que Al Pacino en la película de Brian DePalma, el protagonista sale de la cárcel dispuesto a retomar su vida en el punto exacto en que la abandonó; no obstante, tras pasar los últimos 25 años entre rejas, Dwight el General Manfredi (Stallone) se verá obligado a reinventarse en un entorno desconocido para él.

Miembro de la mafia neoyorquina, Manfredi ingresó en prisión acusado de asesinato. Durante su cautiverio no ha delatado a sus jefes y ahora, tras su puesta en libertad, espera una recompensa por ello. Sin embargo, a pesar de su silencio, sus superiores prefieren tenerlo lejos y pagan su fidelidad con el destierro a Tulsa, una localidad poco atractiva para un hombre acostumbrado a hacer negocios en la gran manzana. Allí deberá empezar desde cero y ajustar cuentas con su propio pasado: un hermano enfermo al borde de la muerte, una hija que no quiere saber nada de él y, por si fuera poco, una Familia que le ha traicionado.

Más cercano a los antihéroes del western que a la enésima versión de Tony Soprano, Dwight es un solitario que debe rearmarse y crear un nuevo imperio criminal. Dotado de un gran carisma y poder de convicción, recluta a nuevos colaboradores para que le ayuden a recuperar su prestigio dentro del hampa. Un séquito peculiar formado, entre otros, por un taxista convertido en chofer y asistente de Manfredi, el propietario de un punto de venta legal de marihuana, un exconvicto que regenta un bar de copas y un nativo americano con ganas de pelea apodado Caramala.

El sello de Taylor Sheridan

Hace unas semanas les confesaba mi fascinación por 1883, un western televisivo sobresaliente surgido de la mente del guionista Taylor Sheridan. En menos de una década, Sheridan ha dejado atrás su pasado como actor de poca monta y se ha refugiado al otro lado de las cámaras. Suyos son los libretos de Comanchería, Sicario y su secuela Soldado, y los films Wind River y Aquellos que desean mi muerte, dirigidos también por él. Aun así, es en la pequeña pantalla donde el creador ha encontrado el lugar idóneo para dar rienda suelta a su talento narrativo; títulos como Yellowstone, Mayor of Kingstown o nuestra recomendación de hoy, Tulsa King, lo han convertido en el nuevo rey Midas de la televisión, un genio capaz de convertir en oro todo lo que toca.

Esta última serie nos devuelve a un Sylvester Stallone en plena forma. Sorprende la capacidad del actor de Rocky para dotar a este criminal de una humanidad y un sentido del humor alejados de los estereotipos del género. Como el Rip Van Winkle de Washington Irving, Dwight Manfredi descubre que la realidad que conocía ya no existe. Los cafés se sirven en vasos de papel, los teléfonos móviles tienen todas las respuestas y hasta los semáforos interpelan al peatón, un gag del segundo capítulo que, inevitablemente, me recordó a Paco Martínez Soria y La ciudad no es para mí.

A sus 76 años, Stallone compone en Tulsa King una de las mejores interpretaciones de su carrera y demuestra que no necesita trono ni reina, ni nadie que le comprenda. Él sigue siendo el Rey.