Síguenos
Les confieso que cuando he mirado qué tema me tocaba hoy y he visto ENVIDIA me ha dado una pereza inmensa. Siento que no tengo nada más qué decir sobre este tema.

Tiro del comodin de la RAE para empezar este artículo desde algún sitio: dice que la envidia es “tristeza o pesar por el bien ajeno” en la primera acepción y “Emulación, deseo de algo que no se posee” en la segunda”.

Dicen que es verde y que puede ser mala o buena, en general nos permitimos sentir “la buena”, la de la segunda acepción y obviamos “la mala” la que supone un pesar o tristeza.

Yo creo que no hay dos clases de envidia, que solo es una y que lo que es diferente es lo que nos provoca, lo que nos hace sentir.

Por ejemplo, yo tengo muuuuucha envidia de la gente que tiene una terraza o jardin en su casa. No les deseo el mal,  ni me hace sentir malestar verles disfrutar de sus huertos, coger lechugas, algún tomate, admirar cómo crecen las judias.

Cuando me las imagino tumbadas en sus hamacas leyendo un buen libro, yo nada! No hay cortocircuitos en mi mente.

No pienso que sean malas personas por poder hacer una barbacoa 365 días al año, invitándome o no, con sus sarmientos al fuego, decidiendo si las costillas están o no están hechas. Simplemente pienso que son personas normales con un espacio al aire libre, ya ven que no hay ni un atisbo de pesar en mis pensamientos.

No me entran ganas de arrancarles las matas de patatas, ni provocar una plaga de algún insectos destructores porque la envidia ni me roza.

No lloro pensando que pueden tomarse un cafecico al aire libre cada mañana cuaando todavía no hay ni un ruido fuera y todo está en calma.

No me inquieta lo más mínimo pensar en sus espacios abiertos cada vez que tiendo una lavadora, no dedico ni un segundo a pensar es sus cuerdas largas y separadas, sus sábanas bien extendidas, el sol secando en en 10 minutos toda la colada.

Cuando me imagino a alguien regando con una manguera sus macetas al más puro estilo de Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios,con tiempo, con paciencia, sin pensar en la sequia, yo ¡ni me inmuto!

Cuando una amiga está morena a estas alturaas de la primavera y confiesa que es de tomar el sol en su balcón, yo no siento ganas de nada, una piedra, una roca, ni siento ni padezco. ¡¡Un ejemplo de contención soy!!

Mi envidia es muy sana, muy buena, nada verde, ya lo ven. Es un sentimiento de luz y comprensión, rayos violetas rodean mi ser y una alegría inmensa invade mi corazón.
JAJAJAJA ¡no!

Me meto en Idealista a buscar casas con terraza y recorro la escasa oferta de alquileres que hay en nuestra ciudad, cada vez menos y más caros, y no encuentro lo que deseo con tanta fuerza.
Cambio el filtro a “comprar” y veo que hay una maravilla que hasta tiene piscina que nunca podrá ser mia, fantaseo con la idea de que me dejen vivir allí gratis a cambio de cuidar las plantas y bañarme en la piscina y voy emulando (Imitar las acciones de otro procurando igualarlas e incluso excederlas ) abriendo el ventanal de mi sala de estar y regando mi plantas con una pequeña regadera mientras les susurro que todo está bien y que un día de estos nosotras también vamos a tener terraza.