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Que te pares Que te pares
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May Serrano
El otro día, andando por la calle, me entraron ganas de llorar. Me paré en un escaparate para poder disimular. Hace tiempo que aprendí que es mejor ser feliz que ganar. He perdido, estoy llorando, y solo quiero que puedas parar. Que te pares, que te pares, que te pares, te digo que te pares. Que te pares, que te pares, que te pares y no vas a parar. ¿Que te pares?, ¿qué me pides?, ¿que me pire?, ¿que te pires?, ¿que me pire?, ¿que te pares? ¿Qué me pides?, ¿que te pires?, ¿que me pire?, ¿que te pire?, ¿que me pire?... Y no vas a parar.

Me ha costado un buen rato encontrar una canción para hoy. Al final me decanto por este Que te pares de Parque SVR, un grupo que me encanta. “Que te pares” es lo que venimos pidiendo las turolenses durante años a los gobiernos, el central y el de Aragón, que parecen contestarnos, como en la canción: “¡que te pires!” “¿que me pire?” Y no van a parar. 

¿O sí? 

Después de la manifestación del martes tengo bastantes esperanzas de que nos rebelemos, que nos independicemos, que nos echemos a las calles, que nos atemos a los árboles, que nos subamos a las farolas, que hagamos hogueras, que nos volvamos locas. 
Entre unas cosas y otras, nos están dejando pocas alternativas. El 20% de las camas de los hospitales turolenses se cierra del 1 de junio al 15 de octubre. Como somos pocos, no necesitamos tanto. No se pongan enfermas en verano. No la líen. Que no podemos permitirnoslo. 

El mensaje está claro: ¡que te pires!

¿Qué podemos hacer nosotras? Como todo está tan bien pensado para nuestro bien, se me han ocurrido algunas soluciones creativas para adaptarnos a esta lógica brillante con la que gestionan nuestra salud y nuestro territorio:

Solución 1: No ponernos malas en verano. Es la más práctica. Cuestión de organizarse. Si usted va a romperse una pierna, que sea en marzo. Si va a sufrir un ictus, que lo tenga en enero, cuando hay algo de personal. Si su madre se muere, que sea puntual. Y discreta.

Solución 2: Emigrar. Coger nuestras maletas, entregar las llaves, firmar el abandono. Que nos trasladen a Valdespartera, a trabajar en una granja de servidores. Tanto silencio aquí... mejor llenarlo de datos.

Solución 3: Poner en venta la provincia. Sin paños calientes. A calzón quitado. Un cartel grande: “SE VENDE”. A ver si algún magnate decide comprarnos como capricho. Un parque temático de la despoblación. Un archivo de huesos y postes.

Solución 4: Dejar de pagar impuestos del 1 de junio al 15 de octubre. Ya que no hay servicios, tampoco habrá contribución. Ni IRPF, ni IVA, ni cuota de autónoma. Con ese dinero, hágase un seguro privado. Aunque lo atenderán… en Zaragoza.

Y ya está. No hay más soluciones. Solo queda esta: no callar.

El otro día, andando por la calle, me entraron ganas de llorar. Me paré en un escaparate para poder disimular. Pero no era tristeza. Era rabia. Rabia de fingir que todo va bien mientras desmontan mi casa a mordiscos. 

Rabia de ver cómo nos echan sin decirlo, con una sonrisa, con una firma, con una estadística. Hace tiempo que aprendí que callar es colaborar. Y yo ya no colaboro más con este abandono.

Pares. Pares. Pares. Pares. Pares. Pares. Pares. Pares. Pares.

Te lo digo bien claro: que te pares. Que dejes de robarnos la vida con excusas. Que dejes de matarnos con desprecio. Aquí estamos. Y no vamos a parar.