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Rodillas como lija y otros misterios del cuerpo humano Rodillas como lija y otros misterios del cuerpo humano

Rodillas como lija y otros misterios del cuerpo humano

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Joan Izquierdo

Carmen se levantó ese sábado con ganas de primavera. Abrió el armario, se probó unos pantalones cortos y se miró al espejo decidida. Pero su mirada bajó lentamente hasta detenerse en el epicentro del desastre: sus rodillas. “¿Pero esto qué es?”, exclamó. Y no, no era una pregunta filosófica. Sus rodillas parecían haber sido lijadas por un carpintero distraído. Pálidas, resecas y con ese tacto áspero tan propio de una lija del 40. La primavera se pospuso. Carmen volvió a sus vaqueros largos y se prometió investigar qué demonios estaba pasando.

Y aquí estamos. Porque, aunque nadie habla de ello en voz alta, todos tenemos ese pequeño secreto: las zonas secas. No la piel seca en general, no. Esas tres que siempre olvidamos mientras nos embadurnamos la cara con esmero: los codos, las rodillas y los talones. Las grandes olvidadas del cuerpo humano.

Pero ¿por qué estas zonas tienden a secarse más? La explicación es bastante sencilla. La piel en estas áreas es más gruesa, tiene menos glándulas sebáceas (las que producen grasa natural) y suele estar sometida a más roce y presión. Es decir, no sólo no producen suficiente hidratación propia, sino que la poca que tienen la pierden por fricción. Añádele que muchas veces nos arrodillamos, nos apoyamos en los codos o caminamos sin calcetines y… voila, ya tenemos el problema.

La buena noticia es que esto tiene remedio. Y no requiere fórmulas mágicas ni ungüentos extravagantes. Solo un poco de atención. Aquí van unos consejos para evitar que tus rodillas asusten a los vecinos:

1. Exfoliación, pero sin ensañarse. Una o dos veces por semana, usa un exfoliante suave para eliminar las células muertas. Pero ojo, no conviertas tus codos en un proyecto de restauración de muebles antiguos. La idea es suavizar, no pulir.

2. Hidratación diaria. Y no vale con decir “ya me puse crema en las piernas, seguro que algo llegó a los codos”. Usa cremas específicas para zonas muy secas, mejor si tienen urea, ácido láctico o manteca de karité. Estas sustancias ayudan a retener agua y a reparar la barrera cutánea. Lo ideal: aplicarlas tras la ducha, con la piel aún algo húmeda.

3. Calcetines y paciencia. Para los talones, hay un truco infalible: crema espesa+calcetines de algodón antes de dormir. Te despiertas como nuevo. Eso sí, no lo hagas el día que estrenas sábanas blancas. Consejo de amigo.

4. Evita jabones agresivos. Los geles muy perfumados o con mucho alcohol pueden resecar aún más. Opta por limpiadores suaves, sin sulfatos, especialmente si ya notas ese empeoramiento en tus zonas problemáticas.

5. Observa y adapta. Hay épocas del año en que estas zonas sufren más, como el invierno por el frío o el verano por el sol y las sandalias. Cambia tu rutina según lo que necesite tu piel. Igual que cambias de ropa, cambia de crema.

Al final, cuidar estas zonas no es cuestión de estética (aunque también), sino de salud. La piel seca no tratada puede agrietarse, doler e incluso infectarse. Y todo por no dedicarle un minuto a esas pobres rodillas que nos han acompañado a tantos conciertos, caídas infantiles y posturas de yoga imposibles.

Así para la próxima vez que te pongas pantalón corto, no tendrás que pedirles perdón a tus rodillas.

Ellas también merecen su momento de gloria. Porque, aunque no salgan en las fotos, sostienen muchas historias divertidas que contar.