

La historia del gueto de Varsovia es una de las más recreadas y vistas de lo que supuso el odio visceral y el genocidio perpetrado por el nazismo. Además tenemos imágenes reales de lo que se vivían allí, documentando la maldad del ser humano con una crueldad sádica que, creíamos, no podríamos repetir. Los vídeos, las películas, el desprecio documentado paso a paso, la pasividad del resto de potencias mundiales, el hacinamiento, las enfermedades, la doble crueldad de los mercados negros y los “capos”, las reubicaciones, el estrechamiento de un cerco ya de por sí estrecho, la minimización del hombre como un número, la ridiculización de cualquier derecho o cualquier empatía. Aquella sociedad asumió sin descaro la responsabilidad de sus actos políticos aceptando poco a poco que los judíos eran seres despreciables, peores que un perro. Es curioso saber cómo uno de los primeros países que legislaron de manera seria sobre la protección animal fuese la Alemania nazi. Allí tienen un referente algunos animalistas de hoy.
En mis clases de historia intento que mis alumnos comprendan que hay que huir del presentismo cuando hablamos de hechos históricos, por mucho que nos sirvan para podernos hacernos una idea del presente y poder tener referentes con los que comprender nuestro propio mundo. Pero me permitan aquí la comparación porque no soy yo el que la utiliza indiscriminadamente. Es el propio estado genocida de Israel el que utiliza el victimismo de aquel desastre injustificable para justificar sin crítica alguna sus actos de hoy. Solo hay que hacer un barrido por declaraciones políticas y sociales de determinadas comunidades israelíes o políticos, que creen que por haber pasado por aquello, pueden hacer hoy en día lo que sea para mantener su estado fuerte y orgulloso por encima de todo y de todos. Tanto es así que, en muchos lugares, si tú no apoyas esa atrocidad te tacharán de antisemita y de que apoyas a Hamás y al integrismo islamista. Y se quedan tan anchos.
Los extremismos fascistas hacen extraños compañeros de cama. Ahora, muchos grupos ultraderechistas, los antisemitas de toda la vida, acaban apoyando a Israel en sus redes e incluso aportando su voto en un estúpido programa de televisión. No tengo intención de entrar en su juego. He criticado numerosas veces al islamismo en estas mismas páginas. Solo hay que tener ojos y ver. Solo hay que sentir como una persona.
El sionismo repite los esquemas de los nacionalismos excluyentes y totalitarios; los nacionalismos mentirosos, zafios y asesinos que caminan hacia el mismo callejón sin salida de siempre.