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Pan Pan
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Javier Hernández-Gracia

El pan como casi todas las cosas cotidianas tiene su historia, no reparamos en las muchas de veces que lo mencionamos o nos entregamos a tópicos en los que el pan es nuestro y de cada día

En nuestra vida laboral, social, familiar siempre hay alguien que cuando abre la boca sube el pan, por no recordar al cuñao de turno que después de contarte un número ya inimaginable de veces que hizo la mili en Ceuta, se queda mirando tu cara de aburrimiento, agonía, tus labios moviendo parafraseando aquello de que el brigada de la compañía era de Albacete y se llamaba Froilán Bejeda, y a todo esto en los adentros de tu cuñao, que ha coronado con éxito el volver a contar la historia de su puta mili, subyace un regusto inconmensurable que solo puede ser comparado a espetarte delante de tus morros un claro y conciso dame pan y dime tonto; pero tú ya te has tragado por una indescifrable cantidad de veces el cuento de todas las navidades.

Luego vino aquello de las hostias como panes, perfectamente aplicable a un partido de fútbol, a las fiestas del Arrabal, a la subida de impuestos y/ordenanzas del municipio donde vives, a cómo te han dejado el coche tú que lo tenías tan bien aparcado en una zona buena donde nunca pasa nada, o simplemente al mirar el ticket de compra que te entrega Lorena tu cajera de confianza y con la que tu pareja habla de productos de limpieza, pisos, moda y sobre todo de la gordi de tu vecina cotilla que trabaja en el supermercado de la competencia, esa misma cajera te decía que estabas más bueno que el pan, antes de que la funesta maldición de los 20 kilos de más se apoderara de ese cuerpo otrora juvenil y bailador en las verbenas veraniegas de Villastar.

Al final la vida puede ser noblemente sencilla. Hoy comprobamos que la notoriedad política puede ser pan comido. La verdad que no hay que amasar mucho el cerebro, te metes en el partido, no levantas la voz y la digestión está asegurada.

Claro que hay clubs más exclusivos y con cierto rancio abolengo que tienes que cumplir, porque no es lo mismo llamar a la puerta tú solo o que ya sea una estirpe familiar la que te acomode en la organización. Era eso que decía Yul Brynner en su papel de Ramses II en Los Diez Mandamientos de Cecil B DeMille “Mi padre fue Faraón, yo soy Faraón y mi hijo será Faraón”. Aquí tan solo es cambiar el título y escuchar cuando te dicen, mi padre fue concejal, yo soy concejal y mi hijo será concejal. En resumen, hay quien entra en política con un pan debajo del brazo, pero ¡ojo! otros lo consiguen rápido una vez dentro, por tanto, con su pan se lo coman.

Cuando yo era niño, me fascinaba esa decisión casi de último instante de barra o cañada, generalmente ganaba la barra porque supongo que todo iba en función de la comida diaria. Pero cuando había algo especial que no tenía que ser ni un cumpleaños, ni los buenos resultados obtenidos en el gym ese mes (entre otras cosas no había gym entonces), ni que a tu padre le hubieran subido el sueldo, simplemente algo especial, oferta de pollo o la buena pinta que tenían esa mañana las morcillas de Antonia “La Pedretas”, en ese sacrosanto momento era la cañada la elegida.

Luego es cierto que el pan se amolda a las realidades de la vida. Ahora por ejemplo, lo de ganarse el pan es directamente proporcional al pagarse el recibo de la luz. Queda claro pues que lo de el sudor de tu frente está directamente relacionado con el megavatio hora, incluso dicho sudor tiene distintos tramos horarios. No es lo mismo lo que sudas para ganarte el pan y pagar el recibo de 10 a 12 AM que de 17 a 20 PM, y aunque te bajen los impuestos y nos digan eso de nosotros no fuimos y nosotros tampoco, lo que sería deseable evitar es la terrible maldición cuyo código descifrado viene a decir que por cada movimiento de una puerta giratoria, habrá pan para hoy y hambre para mañana. Seguro que esto lo vislumbraban ya los druidas de los bosques celtas, incluido el gran Panoramix, que sigue siendo mi druida de referencia. Lo mejor de tener una edad es que no tienes que descargarte algunas memeces para reírte, las llevas ya puestas. Por fortuna los que vimos la tele de otra época nos reímos a miga y molla con aquel grupo musical madrileño que se llamaba Al pan pan y Albino Fernández criador de canarios. Recuerda que vives en la sociedad que articula lo de poner la otra mejilla en leyes que puede que ni siquiera estén escritas y aplicables al contribuyente, parado o con hijos en edad escolar, no te libras porque a falta de pan buenas son tortas.