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Radiografía de la falsedad Radiografía de la falsedad

Radiografía de la falsedad

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Javier Hernández-Gracia

Confieso la facilidad con la que la falacia, la falsedad y porqué no, la cara dura, se han instalado en la vida pública e informativa de este país. Pero sin ningún género de dudas una de las obscenidades que se encumbran en la cúspide de este hartazgo, en la protagonizada por el hasta hace unos días inspector jefe de la Comisaría del Distrito Centro de Valencia, cuando en un acto de Vox afirmó que la práctica totalidad de los detenidos por las fuerzas de orden público en España son inmigrantes, afirmando con una insultante falta de rigor y veracidad que “todos los que vienen en patera son ex-presidiarios”. No me quiero imaginar el deliro de la formación ultraderechista ante lo dicho por un inspector, más próximo a los tiempos de la Dirección General de Seguridad de los años de la dictadura.

Este tipo de afirmaciones sonrojan a una democracia que siendo un sistema manifiestamente mejorable, garantiza las libertades del individuo, la verdad y la presunción de inocencia del individuo, al igual que la libertad de expresión; habrá quien leyendo estas líneas diga que lo del inspector es libertad de expresión

-lo cual no es cierto- lo del inspector Ricardo Ferris es pura mentira, falsedad a todas luces si nos atenemos a los datos de la Policía en mano. Se atreve dentro de la vorágine de falsedades a bromear con la inexistencia del delincuente español, que cuando es detenido tilda de raro espécimen que habría que llevar a una reserva natural.

En los datos que hace públicos la Policía española en 2021 los delitos cometidos en nuestro país fueron 410.842, de los cuales 308.969 fueron cometidos por españoles y el resto (101.873) por extranjeros. De esos extranjeros, son de origen africano 32.696. Incidiendo en los datos policiales, esta proporción es sensiblemente menor con respecto a los procedentes de Latinoamérica.

En un sistema de libertades avergüenza este tipo de afirmaciones, que la extrema derecha organice saraos donde la falsedad campe a sus anchas es algo a lo que hay que acostumbrarse. La historia ya nos previene de que la culpa siempre es del diferente, de los alientos a la raza pura y superior que en el caso de España debe ser cuando menos única y fantástica, teniendo en cuenta que los ocho siglos de presencia árabe debieron ser una fábula de druidas y trovadores y el múdejar como las pirámides “cosa de extraterrestres”.

Pero también es importante poner el foco en la actitud de los medios de comunicación, alguno de los cuales coquetea con el peligro de estas falsedades sin incidir lo más mínimo en la falsedad de lo dichos. Se presentan las palabras de Ricardo Ferris como las afirmaciones de cuando la realidad debería constatar las falsedades; contrastar es asegurar la veracidad de la noticia, lo importante es desenmascarar el embuste, no dejar la afirmación como mera anécdota, bastante grave ya es que un inspector de Policía que debe estar al servicio de la democracia falsee datos con tan poca vergüenza.

Las fuerzas de orden público en España deben ser garantes de la democracia, no son las fuerzas ni de una organización tal o cual, están al servicio del sistema democrático, y como tal al servicio de la verdad, resulta del todo alarmante que quien debe garantizar el orden democrático falsee datos de una manera tan bochornosa. Pero resulta más preocupante que esto pudiera convertirse en marco habitual. ¿Qué confianza puede tener el ciudadano en dichas fuerzas si la mentira se instala como modus operandi? Confieso el hastío que producen todas esta actitudes, que van del nacionalismo inventado, al pasado de glorias rancias, la mayoría de las cuales son inciertas. Personalmente me quedo con la España de la libertad, la real, la de gentes que cada mañana se esfuerzan en hacer una sociedad de verdaderas oportunidades, de tolerancia ante la diferencia que la historia nos demuestra hace enriquecedora la estructura de esa sociedad; cansan y también, porqué no, preocupan las mentiras de los supuestos super sueldos sociales a inmigrantes; como desde el rincón acomodado se habla de la “paguita” con desdén e insulto a quienes en su mayoría la perciben para sobrevivir y tener unos mínimos escasos para que un plato caliente entre en casa.

Los del inspector Ricardo Ferris abochorna, lo hace por falso, por la ruindad de intoxicar a una sociedad donde la veracidad de los medios de comunicación son agua estancada en barreño perforado, donde este tipo de inmersiones en la falsedad por quien tiene que ser garante de la democracia, no deben pasar con un mero lo que dice y pasar a denunciar la irrealidad malintencionada.