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Mariano Doporto, otro científico exiliado y olvidado Mariano Doporto, otro científico exiliado y olvidado
San Sebastián, 1934. Mariano (N.º 2), primero por arriba

Mariano Doporto, otro científico exiliado y olvidado

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Serafín Aldecoa

He sabido a través de Vicente Aupí que estos días se está preparando una exposición en la ciudad de San Sebastián sobre un miembro de la familia Doporto del que, sorprendentemente, no habíamos seguido su trayectoria científica: Mariano Doporto Marchori. La razón de este homenaje se debe a que fue director del Observatorio Meteorológico situado en el célebre Monte Igueldo durante varios años, aparte de ser un científico de primer orden con proyección internacional.

Para una valoración de Doporto, vaya por delante esta afirmación de José Mª Vidal, uno de los más autorizados meteorólogos de mediados del siglo XX: "Doporto fue, con diferencia, el mejor predictor de su época, y, sus mapas, fueron muy superiores a los realizados por cualquier otro en España". En realidad, Vidal barría para su campo, pues Doporto "fue mucho más que un buen predictor; de hecho, terminó siendo, aunque ya en el exilio, un meteorólogo y físico atmosférico reconocido a nivel mundial" aunque, como ha ocurrido en otros casos, en España está por descubrir.

En entregas anteriores nos habíamos ocupado ya sobre los Doporto (tío y sobrinos), los miembros de una familia instalada en Teruel en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX, pero provenientes de Cáceres de donde era originario el padre, Luis Doporto, cuya profesión era la de topógrafo.

La muerte temprana del padre supuso que su mujer, Vicenta Marchori, tal vez por problemas económicos, dejase a sus tres hijos (Mariano, Luis y una niña cuyo nombre desconocemos, lamentablemente, pese a lo que hemos buscado insistentemente) bajo la tutela del conocido catedrático de Gª e Hª del Instituto de Teruel Severiano Doporto Uncilla, director del periódico "El Republicano" (1897-1898) y autor del célebre "Cancionero Turolense". En otras informaciones se afirma que los "adoptó" y que pasaron a residir con él en Teruel en la Plaza del Paseador, lo que es hoy la Plaza Domingo Gascón.

Mariano Doporto Marchori

El hermano de Mariano, Luis Doporto Marchori, fue catedrático, doctor en Geografía e Historia, investigador, dirigente destacado de Izquierda Republicana, alcalde de Teruel (1919-1920), Gobernador de Valencia... murió en el exilio en México tras la Guerra Civil. A él ya le dedicamos una entrega recogiendo su trayectoria política y científica

Mariano, nacido en 1902 en Cáceres, debió de arribar muy niño a Teruel, aunque desconocemos la fecha de llegada, pues inicia con 11 años el Bachillerato en el Instituto provincial solicitando realizar el curso de Ingreso al Bachillerato en 1913. Posteriormente concluye los 5 años del grado para titularse en los que obtuvo unas notas extraordinarias con un buen número de matrículas de honor. Después de haber visto varios expedientes académicos, las calificaciones obtenidas por Mariano Doporto nos parecen las mejores.

A partir de 1918 se trasladó a Madrid, para estudiar física en la Universidad Central. Es muy probable que comenzara dichos estudios con el objetivo de dedicarse a la meteorología, pues ésa era una de las condiciones que se les exigía a quienes deseaban entrar en el Cuerpo de Meteorólogos. De hecho, cuando cursaba el tercer año de carrera, ganó -por oposición- la plaza de Auxiliar de Meteorología. Durante los siguientes años, compaginó sus estudios de licenciatura y de doctorado con las labores de Auxiliar de la Oficina Central de Meteorología. En estos años va y viene de Teruel a Madrid, regresando en vacaciones. Se registran viajes continuos en los años veinte debido a su noviazgo con la turolense Mercedes Laguía Paracuellos, bibliotecaria de profesión, con la que se casará el 10 de febrero de 1931 en la iglesia de El Salvador, con 29 años. Mercedes fue becaria en la Residencia de Señoritas de Madrid y necesitaría una revisión de su trayectoria profesional.

Cementerio de Teruel. Las tías de Mariano que fueron las que le criaron, seguramente

En agosto de 1927, convocado por concurso, Doporto alcanzó la plaza de director del Observatorio de Igueldo en San Sebastián. Allí permaneció nueve años. Durante ese periodo realizó una destacada labor de adecuación técnica del observatorio, junto con su ayudante Landín. Bajo su dirección, se emprendieron estudios sobre radiación solar y distribución barométrica, de notables resultados y además, implantó en San Sebastián los sondeos aerológicos con globos piloto, para el estudio de las capas altas de la atmósfera.

Pero el inicio de la sublevación militar franquista, truncó su carrera en San Sebastián. Según el archivo de la Fundación Pablo Iglesias, Mariano Doporto era militante socialista y además fue acusado de pertenecer a la masonería, por lo que ante la proximidad del ejército franquista, marchó en primer lugar en Francia para luego marchar a Irlanda.

  En 1940, establecido en Irlanda, Doporto obtuvo una plaza de meteorólogo en el Aeropuerto de Shannon (Foynes), dependiente del Irish Meteorological Service. A pesar de que desconocía el inglés, ascendió de manera vertiginosa: fue destinado a la sede central de Dublín y nombrado -con apenas ocho años de estancia, en 1948-, Director del Servicio irlandés, cargo que ostentó hasta su muerte. Como director, consiguió crear una extensa red de estaciones, un centro predicción del tiempo y laboratorios para análisis radiactivos y químicos del aire.

El exilio irlandés coincidió con las investigaciones más importantes de Doporto. Esto se debe a dos motivos: de un lado, los medios técnicos de que dispuso para verificar sus teorías, y, de otro, al hecho de que Irlanda, Noruega y Gran Bretaña encabezaban entonces los estudios sobre dinámica de la atmósfera

Doporto murió en Dublín en 1964, a la edad de 62, a causa de su segundo infarto. Mientras la prensa irlandesa y las revistas científicas especializadas (Nature, Quaterly Journal of the Royal Meteorological Society,...) se hacían eco de su muerte, aquí su vida y obra pasaban prácticamente desapercibidas.

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