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Una entrada, una bala Una entrada, una bala
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Isabel Marco

Estoy segura de que la mayor parte de la gente no tiene ni la menor idea de qué es o quiénes son KKR. Yo hace apenas un par de días que sé de la existencia de esta multinacional estadounidense que se dedica a la administración de fondos de inversión y capital de riesgo.

Y quizá te preguntes cómo he llegado a conocer a esta compañía, quizás pienses que me acabo de hacer socia, que he invertido todos mis ahorros en acciones de KKR. Pero no, no tiene nada que ver con eso. Si te gusta el mundo de la música, si te gusta asistir a festivales o si formas parte del entramado, es posible que sí sepas que esta multinacional lleva desde el año pasado haciendo de las suyas en la música tras comprar Superstruct Entertainment, un grupo empresarial que organiza alrededor de 80 festivales en todo el mundo, algunos de ellos se celebran en España: Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Monegros Desert Festival, Arenal Sound o el FIB de Benicàssim; ahora ya son parte del entramado de KKR.

A simple vista todo parece muy normal, un pez grande que se come a otro pez más pequeño; sin embargo, la polémica está servida porque esta gran compañía participa en la promoción inmobiliaria de los territorios ocupados ilegalmente por Israel en Palestina a través de otro grupo inversor alemán.

Publicidades con lemas como “Mira hacia adelante y construye un futuro en tu próximo hogar en Israel” sobre un  mapa de las zonas reconocidas como palestinas por el derecho internacional (Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania), hacen que el vídeo generado por IA donde se veía a Trump y sus secuaces disfrutando en lujosos resorts tras las ruinas de Gaza, sea ya una realidad casi palpable.

Sus dirigentes apoyaron la campaña del Partido Republicano estadounidense de Nikki Haley quien escribió “acaben con ellos” en un misil israelí dirigido a Gaza.

También apoyaron a Trump en su primera toma de posesión, financian iniciativas culturales promovidas por el estado de Israel e invierten en una compañía de ciberseguridad militar fundada por exoficiales de inteligencia de las Fuerzas Armadas de Israel.

En el Reino Unido, Boiler Room, uno de los peces pequeños ya fagocitado por Superstruct y ahora por KKR, no está de acuerdo con la decisión de que sus nuevos dueños no se alineen con sus valores y han tomado medidas. En Finlandia, un colectivo de trabajadores del Flow Festival (Helsinki) han creado una “huelga Flow” a través de la que grupos y artistas dejan de colaborar hasta que se ponga fin a todas las asociaciones entre Flow Festival y empresas afiliadas al Estado de Israel y conseguir que KKR deje de invertir en empresas que hagan negocios con el estado de Israel.

En España, BDS Galiza está denunciando el apoyo de KKR al genocidio del pueblo palestino pidiendo a los grandes festivales que se distancien públicamente de KKR, que programen éticamente y respetando la posición de BDS y PACBI (movimientos que promueven el boicot a Israel) y colaborando con asociaciones solidarias con Palestina.

Otra de las reacciones que está generando la entrada de KKR en los festivales españoles es la decisión de muchos grupos de no participar en los festivales que estén involucrados con este fondo israelí. Grupos como mis queridos Reincidentes, o Kaos Urbano, Sínkope, Kaótiko o Los de Marras, ya han anunciado que no van a tocar en festivales que apoyen el genocidio palestino.

Estoy segura de que habrá más grupos que tomen decisiones similares; pero también pienso que puede que estos grupos sean sustituidos por otros con menos principios y que estos festivales sigan su curso. Muchas de las personas que adquieran su entrada para estos festivales lo harán ignorando que parte del dinero de su entrada irá destinado a la financiación del genocidio palestino. Y esto es sólo un alfiler.

Si seguimos cerrando los ojos a esta barbarie, el día de mañana nos va a costar mirarnos al espejo.