

Si hay que empezar por algo, es confesar mi admiración a los aficionados rojillos que se desplazaron a Palma de Mallorca para animar al Teruel. Las imágenes de televisión resultan emocionantes, una afición cómplice con su equipo, y los zagalicos del Teruel en primera línea bufanda en mano jaleando a los jugadores. Para quitarse el sombrero, boina o cachirulo según preferencias.
Y ya pues eso, entrar en materia. ¿Alguien tiene duda que el Teruel tiene el mejor entrenador de la categoría? Si hacemos historia -que ya la hicimos en otro artículo- lo de Unai Mendia es como dicen en su pueblo bibliako dimentsioak; comenzar con un equipo por construir, una segunda vuelta de ensueño, una eliminatoria de nivel sideral, y una plantilla con la que ha trabajado intensamente con profesionalidad; buenos jugadores, excelentes diría; y sobre todo educados, elegantes, comprometidos, una piña, un grupo admirable.
El Teruel salió al césped del remozado y coqueto Estadi Balear con personalidad, como un gran equipo ¿Alguien duda de que este equipo juega un futbol de gran nivel? Bien posicionados, una defensa de clase y a la par arrestos, un Cabetas líder y las bandas cerrando y afilando el puñal cuando el partido lo requería y luego ese centro del campo, que es superior, si de mí dependiera lo de Miguel Marí en el partido tendría un Cum Laude, omnipresente, con criterio y engarzando el fino diseño del juego del Teruel, sacrificio cuando toca y arte siempre.
En muchos momentos del partido me venía a la mente una película: Un equipo legendario (2014): un entrenador lleva a un equipo sin ningún tipo de horizonte a una racha impresionante de 151 victorias en diez años, pero también cuando se rompe la racha ese entrenador enseña el valor de lo conseguido y superar la derrota, y lo más interesante es que está basada en un hecho real. El Teruel tiene esa parte legendaria con una plantilla construida a golpe de entusiasmo y al buen hacer de Quique García, al que echaremos de menos y al que veremos hacer para otros las mismas cosas buenas que ha hecho para este club.
El Atlético Baleares fue planificado para subir, tienen buena caja fuerte y tiraron de ella, es un equipo fornido y con calidad, lo dejaron claro en los dos goles que marcaron, el primero de ese Florín hombre con mucha experiencia al que no hay que restarle pasado aunque ya no es el de otros tiempos. Por lo demás, aunque más decidido que en la ida, el planteamiento balear fue intentar dominar y repartir leña que en eso tienen destrezas incontestables. Como contrapunto elegancia, tronío y la mirada alta de los rojillos; la sustitución de Josep Jaume nos hizo coincidir con Forniés; el charcutero ilicitano estuvo menos abonado a la pendencia que en Pinilla, eso sí, la lio en una jugada en la que se llevo un balonazo por parte de Iván López pero vamos, todo controlado.
A estas alturas del cuento imagino que los avezados lectores, aficionados rojillos en general y demás estarán esperando algún comentario sobre la retransmisión: debo confesar: puse sonido pero en diferido, es decir, en directo solo imagen y luego ya me volví a ver el partido con sonido, bueno, vistas las altas cotas de rendimiento funesto y gilipollez de la UER, lo de la tele de la orilla del Ebro lo dejaremos en personalidad propia sin ánimo de lucro y exacerbado forofísmo. Claro está que el equipo balear no pertenece al sistémico organigrama central.
Y sin tiempo a comernos el postre, sorteo en la Federación: el Numancia de Soria será el rival en la finalísima, de sobra conocido, peregrinamos juntos muchas temporadas en la Preferente y luego en la Tercera. Un dato, el día que el Teruel ascendió a aquella Segunda B de cuatro grupos, lo hizo ganando al Numancia en Pinilla, estrenando el actual césped y después de una tortuosa temporada de tierra en el campo de la Federación. Soy optimista y más visto los dos últimos partidos. El sábado la afición la dará todo, los jugadores por descontado, y después ya sabemos que “a la ribera del Duero existe una ciudad”.