Síguenos
Miguel Rivera

A perro flaco todo son pulgas. Eso debió pensar el “Cholo” Simeone después de la derrota en Cádiz de este fin de semana, tras la cual, se filtraron imágenes de dos de sus futbolistas en una fiesta privada, celebrando el cumpleaños de la pareja de uno de ellos. Como en el fútbol todo se magnifica, los titulares del día siguiente no dejaron escapar tan suculento manjar, y la crítica hacia ambos fue feroz.

Y, sin embargo, a mí me parece un hecho muy injusto. Las críticas se centran en que dos personas no puedan salir después de haber hecho su trabajo. Por supuesto, todos los aficionados que los critican (y los periodistas que redactaron según qué artículos o intervinieron en según qué tertulias), nunca han salido de fiesta después de haber finalizado su jornada laboral, hayan tenido resultados buenos, malos o regulares en el trabajo, y se quedaron en casa lamiéndose las heridas. Todos ellos, además, han organizado alguna fiesta para una fecha en particular, con sus invitados, sus reservas, su previsión, y la han cancelado ese mismo día porque las cosas les salieron fatal en el trabajo ese día, su proyecto no funcionó, o su jefe les echó una gran reprimenda.

Los deportistas profesionales son personas. Y como tal, tienen su vida, sus relaciones, sus amistades y sus compromisos. Están los que asimilan una derrota de una forma trágica, y no pueden salir de casa hasta que llega el siguiente entrenamiento, mientras ven el partido una y otra vez; y están aquellos que prefieren hacer otro tipo de actividades, completamente ajenas a su profesión, para alejar los malos pensamientos, y aproximarse a la siguiente semana de trabajo de forma diversa. No significa que unos sean mejores profesionales que otros. Simplemente, son personas diferentes, y como tal, tienen reacciones diversas ante un mismo acontecimiento. Conozco multitud de ejemplos de grandísimos profesionales de ambos tipos, y créanme si les digo que jamás he tenido ningún problema con ningún deportista por esto.

Mientras los jugadores no hayan quebrantado el reglamento de régimen interno de su club, y no hayan cometido ningún exceso que les vaya a impedir rendir en el siguiente entrenamiento, que es donde al profesional hay que exigirle su total entrega, no debería haber mayor problema.

Por supuesto, los aficionados pueden estar disconformes con el rendimiento de su equipo, e incluso de esos futbolistas en particular, pero achacarlo a que hayan salido después de un partido, me parece poco menos que un chiste de mal gusto.

El tan manido argumento de que son personajes públicos y que ganan mucho dinero por hacer lo que hacen no hace sino incrementar la demagogia de los críticos. Por supuesto que lo ganan, pero por hacer su trabajo. Fuera de su horario tienen el mismo derecho que usted o que yo de hacer lo que les plazca.

“El fútbol es la cosa más importante de entre las cosas menos importantes”. La frase, que algunos atribuyen a Jorge Valdano y otros a Arrigo Sacchi, es fantástica. Relativicemos lo que suponen un éxito o un fracaso deportivo, y desde luego, todo lo que hay alrededor. Mirémoslo con perspectiva y sentido común.

Como conclusión, y si me lo permiten, les diré que, en general, la gente es mucho más feliz cuando no se mete en la vida de los demás. No es necesario criticar absolutamente todo para mostrar disconformidad con algo, un resultado deportivo en este caso. Vivan y dejen vivir, y serán, ustedes y quienes les rodean, mucho más felices.