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Honor a quien honor merece Honor a quien honor merece

Honor a quien honor merece

Miguel Rivera

La selección femenina de fútbol se clasificó ayer para la final del Campeonato del Mundo por primera vez en su historia. Un éxito sin precedentes para el combinado nacional, que nunca había ganado un partido de eliminatorias en los dos Mundiales que había disputado hasta la fecha (2015 y 2019). Debo confesarles, amigos lectores, que he seguido solamente de refilón el torneo, pero me alegro profundamente por la Selección y por su entrenador, Jorge Vilda.

En los últimos años, el deporte femenino está ganando presencia en la atención pública y en los medios deportivos y generalistas, algo realmente importante en el fomento de la práctica deportiva entre las mujeres, que crece imparable. Fruto de esa atención mediática, hace unos meses parte del debate deportivo se centró en el conflicto entre el seleccionador nacional y quince jugadoras que le pedían a la federación la cabeza de este, bajo la amenaza de no volver a la Selección. La RFEF se mostró inflexible y mantuvo a su entrenador al frente del equipo, quien solamente convocó a tres de las quince rebeldes para el Mundial, tras aceptar sus disculpas públicas. El primer éxito es de la federación, que no accedió al chantaje y mantuvo en su cargo a un entrenador que creían que podía guiar la nave hasta el destino deseado, como se vio ayer.

España ha ido avanzando imparable durante la competición, cediendo solamente una derrota, en la fase de grupos, ante Japón, tras la cual al técnico le llovieron las críticas, como suele pasar en nuestro país cuando la Selección pierde un partido. Hoy, tras meterse en la final, leo alabanzas y loas para el mismo que hace una semana no sabía gestionar al grupo y había recibido un baño táctico por parte del equipo nipón. Opinar es fácil y gratis. Desde la lejanía y el más absoluto desconocimiento en profundidad del fútbol, y sin haber visto muchos partidos de la Selección, se puede decir que, seguro, mucho habrá hecho bien Vilda si España está en la final. De hecho, me atrevería a decir que es uno de los artífices principales de lo que han conseguido y creo que no me equivocaría mucho.

Por otro lado, y cambiando completamente de tercio, ayer tuvo lugar en Italia el partido inaugural del EuroVolley femenino entre Italia y Rumanía, dirigida por el técnico español Guillermo Naranjo, ante más de 10.000 enfervorizados tifosi. El marco incomparable: el anfiteatro romano de la Arena de Verona, engalanada para la ocasión. Más de dos mil años de historia alrededor de un partido de voleibol. Un evento espectacular organizado por la Federación Italiana y la CEV, pero, sobre todo, protagonizado por una ciudad volcada con el deporte femenino.

Es evidente que el deporte femenino está en auge, que los eventos atraen cada vez a más gente y que más atención suele incluir más repercusión y más ingresos. Todo esto se ha conseguido con mucho apoyo político, sin duda, pero, sobre todo, con el trabajo desinteresado de mucha gente, muchas pioneras que hoy deben ser más felices viendo que, poco a poco, su sueño se está haciendo realidad. Pequeños movimientos que, sumados, pueden ayudar a cambiar el mundo.