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‘Bwana’ (1996): Inmigración, prejuicios y temor al diferente que solo busca una vida mejor ‘Bwana’ (1996): Inmigración, prejuicios y temor al diferente que solo busca una vida mejor
La película nos acerca a un drama humano

‘Bwana’ (1996): Inmigración, prejuicios y temor al diferente que solo busca una vida mejor

La película de Imanol Uribe nos sitúa ante un drama social y humano
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Javier Hernández-Gracia

Es Bwana una película que bebe de las fuentes del teatro, en concreto de la obra titulada: La mirada del hombre oscuro, del dramaturgo Ignacio del Moral. Estrenada en Madrid el 8 de enero de 1994, independientemente de un análisis exhaustivo como pieza teatral, la obra entra de lleno en una temática social de gran debate ya en la sociedad española de los noventa, y que en la actualidad sigue candente en los medios de comunicación.

Del tópico al prejuicio

El director apoya la trama en las fuentes de la obra teatral pero invita al espectador a una escenografía de mayor amplitud, la que permite el cine. Una familia del sur que va a la playa a pasar el día dentro de sus tradicionales y muy españolas vacaciones, una familia cuyo cabeza es Andrés Pajares, interpretando a un taxista de profesión, su esposa, María Barranco desarrolla un papel de madre y esposa cimentado en el tipismo más hispano, miedo tengo miedo como dirían Solano y León.

La familia se encuentra con un inmigrante africano que acaba de llegar a la costa; sin dejar la obra de Ignacio del Moral, aquí Imanol Uribe multiplica la trama principal, entre otras cosas porque el cine permite esas cosas; el actor Emilio Buale, es quien da vida a Ombasi, un chico inmigrante que huye de la miseria del territorio africano con el pensamiento de que en el rico norte todo le irá mejor, quizás muchos antes de hablar de miedos y enemigos deberían reflexionar sobre que parte de culpa tiene el rico norte en la miseria del sur, del que tantos seres humanos huyen por esa precariedad.

El actor nació en Guinea ecuatorial, con apenas siete años se trasladó al cinturón de Madrid, en su juventud aprobó una oposición de bombero (trabajo que sigue manteniendo) y fue descubierto para el cine por Paco Pino que dirigía el casting de este proyecto cinematográfico de Uribe. La historia tiene un elemento importante y es que Ombasi no habla español , Uribe lo implementa con una serie de planos secuencia que meten al espectador de lleno en el filme, como en tantas historias de este tipo, el primer ímpetu de la familia, es abandonar la playa, pero han perdido las llaves del vehículo y no pueden irse, sin duda este es un factor que pone en primer plano los sentimientos humanos, las contradicciones y como decíamos con anterioridad, también esos temores propios del desconocimiento de lo novedoso.

En su papel, Andrés Pajares que realiza una buena interpretación, intenta poner ese modo cabeza fría que se le exige al padre de familia, la película no solo abre una interesante reflexión sobre la comunicación con un inmigrante africano que no domina la lengua del país, también resalta y evidencia una trama secundaria que se abre de forma interesante sobre como son las relaciones que mantienen los miembros de la familia, como es la comunicación y también la visión padres hijos, en este caso con formas de entender las cosas muy diferentes desde el punto de vista del padre o de la madre.

Adelantarse

Es lo que hace Uribe con la película e hizo del Moral con la obra teatral, adelantarse a un tiempo abriendo un debate sobre cosas muy comunes como el racismo, la xenofobia, las actitudes más egoístas y como en la actualidad todos estos componentes tienen en algunos casos prismas violentos 30 años después.

Es cierto que el concepto comedia está muy presente en la cinta, hay planos y diálogos donde el humor da calidez a la relación entre los protagonistas, es una manera de edulcorar una historia que tiene unos tintes dramáticos indiscutibles. Una de las grandes virtudes de la producción es el ya mentado plano; estamos en una escenografía simple, donde el movimiento de la cámara juega un papel fundamental y da protagonismos no solo a los diálogos, también a la gestualidad de los actores, esta es una película que atesora una gran gestualidad y en las tres interpretaciones de los actores maduros, dicha gestualidad está magníficamente desarrollada.

La fotografía de la mano de Javier Aguirresarobe, es otro de los pilares de la cinta, un trabajo excepcional el del vasco, hay que incidir que es un hombre con una trayectoria importantísima en la cinematografía española, con títulos como Los otros, Mar adentro o Hable con ella. La música de José Nieto, sin ser una partitura melódica, envuelve al espectador y su parte más sencilla y cercana colabora muy positivamente con la cinta.

El drama final

Podíamos resumir con una frase dura “Ombasi ayuda a la familia, pero la familia no ayuda a Ombasi”, aquí se dan la mano la obra teatral y la película, el rostro del inmigrante africano, que ha pasado grandes vicisitudes en su viaje a la falsa tierra prometida, como muestra su desasosiego ante la insolidaridad de una familia que antepone su posición egoísta olvidando los más elementales comportamientos solidarios con el débil, a la que le pueden principios de negación al diferente e incluso cierto toque de crueldad con ese diferente que además está en una clara situación de indefensión.

Sobre todas las cosas, creo que Bwana es una película que se adelanta a tiempos actuales, tiene un guión sencillo, pero la solidez de la obra de teatro ideada por Ignacio del Moral, le permite jugar con una audacia en el desarrollo de la imagen y sobre todo tiene un mensaje importante, la solidaridad es un deber y nos hace mejores. La película obtuvo la Concha de oro del Festival de San Sebastián a la mejor fotografía, Imanol Uribe también obtuvo la codiciada Concha en dicho festival, tuvo tres nominaciones en los Premios Goya de 1995 entre ellos a mejor actor revelación de Emilio Bualde, aunque se quedó sin la preciada estatuilla.