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A la caza del asesino A la caza del asesino

A la caza del asesino

José Baldó
Los aficionados a la novela negra, y a la buena literatura en general, hace tiempo que tenemos al británico David Peace como uno de los últimos maestros del género. Heredero de la prosa brutal de James Ellroy, Peace se estrenó en la narrativa con cuatro novelas imprescindibles, 1974,  1977, 1980 y 1983, agrupadas bajo el sobrenombre de Red Riding Quartet (publicadas en España por Alba editorial). En ellas, su autor toma como excusa los terribles asesinatos perpetrados por el destripador de Yorkshire para componer un fresco histórico de la Gran Bretaña del thatcherismo al ritmo vertiginoso y adictivo del mejor thriller policíaco.

Durante las últimas semanas he tenido muy presente las novelas de Peace mientras disfrutaba de la miniserie The Long Shadow (disponible a través de SkyShowtime), una de las mejores producciones inglesas de la televisión reciente. Un drama policial que recupera la figura del asesino que sembró el pánico en el condado de Yorkshire durante los años 70 y que acabó con la vida de 13 mujeres. Fiel a los hechos reales, la serie narra con rigor y respeto la tragedia de las víctimas y las investigaciones policiales que permitieron dar caza al sádico criminal.

Homenaje a las víctimas

The Long Shadow arranca con el descubrimiento de un cadáver en las inmediaciones del barrio de Chapelton, en Leeds. La víctima, Wilma McCann, es una prostituta que abandona cada noche su hogar mientras sus hijos duermen. Los oficiales Dennis Hoban (Toby Jones) y Jim Hobson (Lee Ingleby) serán los encargados de tomar las riendas de ese primer caso, dar con pistas fiables e intentar hallar al culpable. En todo momento, la serie busca congraciarse con esas mujeres a las que arrebataron la vida con violencia y crueldad; tras la muerte de McCann, conocemos a Emily Jackson (Katherine Kelly), una esposa y madre de familia que se ve obligada a ofrecer favores sexuales a cambio de dinero para poder hacer frente a sus deudas financieras. Esa solución desesperada la llevará a cruzarse en el camino del asesino.

George Kay, creador de la serie y responsable de otros éxitos para la pequeña pantalla como Lupin (Netflix), quiere que el espectador conozca a las víctimas y empatice con ellas antes de abandonarlas a su amargo final. La producción huye del sensacionalismo y el morbo facilón de otras ficciones más típicas (y tópicas) que romantizan la imagen del criminal; aquí el destripador apenas tiene protagonismo, lo importante es hacer justicia a la memoria de esas mujeres asesinadas y presentar su historia con la mayor fidelidad posible.The Long Shadow carga las tintas contra la ineptitud de una fuerza policial incapaz de llevar a buen puerto las investigaciones. A lo largo de sus 7 capítulos, las pistas falsas se acumulan, el pánico se desata y queda en evidencia el carácter cruel y machista de una sociedad en la que el asesinato de un puñado de mujeres en mitad de la noche (algunas de ellas prostitutas) no merece gran atención.

A estas alturas, nadie duda de la buena mano de los ingleses para sacar adelante los mejores dramas policíacos de la televisión actual. Títulos imprescindibles como Line of Duty, Blue Lights o Happy Valley demuestran que los herederos de Shakespeare son algo más que el fish and chips, el té de las cinco o el brexit. Créanme, The Long Shadow tiene todas las papeletas para convertirse en su nueva serie británica favorita. Solo es cuestión de tiempo.