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Bienvenidos al fin del mundo Bienvenidos al fin del mundo

Bienvenidos al fin del mundo

José Baldó

Con el paso de los años, la relación entre los videojuegos y el cine ha dado más disgustos al aficionado que el prime time de Telecinco a las digestiones nocturnas. Si echamos la vista atrás, cintas terribles como Super Mario Bros (1993) o Street Fighter (1994) alertan al espectador sobre los peligros que conlleva la adaptación cinematográfica de uno de sus pasatiempos favoritos. A pesar de mi simpatía por el cine “explotation” y la serie Z, confieso que las caracterizaciones de Bob Hoskins y John Leguizamo como los fontaneros más famosos del mundo todavía lideran mi ranking de pesadillas recurrentes. Por suerte, más tarde llegarían otros títulos como la terrorífica Silent Hill o las dos partes de Sonic (para cuarentones nostálgicos del “arcade”) que lograrían tranquilizar los ánimos de los jugones.

El pasado 16 de enero, HBO Max estrenaba en su plataforma el primer capítulo de uno de los platos fuertes del año. The Last of Us nace con el estigma de ser comparada con el videojuego original, sin duda, uno de los más impactantes y reconocidos en la historia del medio. Desde su aparición en 2013 dentro del catálogo de Sony para la consola PlayStation 3, esta aventura de horror, acción y supervivencia no ha dejado de ganar adeptos año tras año. Tanto la primera entrega del juego como la segunda, estrenada en 2020, cuentan con un aspecto visual impactante y revolucionario que no tiene nada que envidiar al de las grandes superproducciones de Hollywood. Todo ello hacía inevitable su traslación a la gran pantalla.

Tras numerosos intentos frustrados a lo largo de los años (uno de ellos a cargo de Sam Raimi, director de Posesión infernal o la trilogía de Spiderman con Tobey Maguire), la adaptación acaba convertida en serie de televisión, un formato perfecto para desarrollar la historia y los personajes con la dedicación y profundidad que se merecen.

Ficciones de corte distópico

The Last of Us se suma a las numerosas ficciones de corte distópico que fabulan alrededor de un mundo devastado y hostil. Una pandemia ha asolado la humanidad convirtiendo a buena parte de la población en infectados. Veinte años después, la sociedad moderna ha sido destruida y la gente malvive en pequeños núcleos controlados; uno de esos supervivientes llamado Joel (Pedro Pascal) deberá enfrentarse a la misión de acompañar a la adolescente Ellie (Bella Ramsey) fuera de la zona de cuarentena. Lo que comienza como un simple trabajo, pronto se convierte en un viaje salvaje a través de Norteamérica acarreando el peso del futuro de la humanidad sobre sus hombros.

A medio camino entre el drama íntimo y la epopeya existencial, The Last of Us maneja referentes de altura más allá de la interminable nómina de obras del género zombi. Las huellas de Cormac McCarthy y su novela La carretera o el film Hijos de los hombres de Alfonso Cuarón tienen la misma importancia en el periplo de Joel y Ellie que las similitudes evidentes con The Walking Dead o el cine de George A. Romero.

Los fanáticos del videojuego pueden estar tranquilos. La reproducción de los escenarios y localizaciones, la música (recupera el tema principal de Gustavo Santaolalla) o la acertada elección de su reparto hacen que la serie funcione a varios niveles: como ejercicio pulcro y respetuoso con el material de partida, y como espectáculo que arriesga y busca sorprender al fandom más ortodoxo.

Todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo, HBO solo ha estrenado tres capítulos, pero todo hace presagiar que estamos ante una de las mejores ficciones del año. En cualquier caso, lo que sí es seguro es que The Last of Us contentará tanto a los espectadores que se acerquen a la historia por primera vez como a los experimentados “gamers” con muchas horas de juego y síndrome de túnel carpiano.