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'El hijo zurdo': ay mamá 'El hijo zurdo': ay mamá

'El hijo zurdo': ay mamá

José Baldó

Hace apenas un año, Rigoberta Bandini cantaba al amor incondicional de las madres, esos seres maravillosos e irrepetibles que jamás te dan la espalda y siempre tienen caldo en la nevera. A lo largo de su historia, el cine ha explorado la figura materna como pilar fundamental de la existencia humana. Títulos como Las uvas de la ira, Dos Mujeres, La fuerza del cariño o Furtivos dejan claro que en la gran pantalla, al igual que en la vida real, madre no hay más que una.

A finales de abril, Movistar + estrenaba la miniserie El hijo zurdo, primera obra en solitario del guionista Rafael Cobos, colaborador habitual del director Alberto Rodríguez. Junto a él, es responsable de algunas de las mejores películas del cine español reciente, thrillers fibrosos y apasionantes como Grupo 7, La isla mínima o Modelo 77. En su debut tras las cámaras, Cobos adapta la novela homónima de la escritora Rosario Izquierdo, un drama sobre las relaciones maternofiliales que es, al mismo tiempo, un relato certero acerca de las desigualdades sociales, la incomunicación y la búsqueda de la identidad.

Una madre coraje

Lola (María León) es una mujer de clase acomodada que descubre que su hijo menor, Lorenzo (Hugo Welzel), forma parte de un violento grupo neonazi. En mitad de ese conflicto, Lola conoce a Maru (Tamara Casellas), otra madre de un estrato social más humilde que comparte su misma situación. Inesperadamente, entre ambas surge una amistad que las lleva a apoyarse la una en la otra y a compartir la pesada carga de sus maternidades conflictivas. Por si fuera poco, en el seno familiar, Lola debe lidiar con los demonios de su propio alcoholismo y los problemas de un matrimonio que hace aguas por todas partes.

El marido es un político cegado por la ambición de llegar a ser alcalde de Sevilla y su otra hija, el único apoyo de la madre en los momentos más duros, ve las atenciones de ésta hacia su hermano como una traición al amor que las unía. Al igual que en la novela, la protagonista se identifica con su hijo, zurdos ambos. Una metáfora de aquellos que son diferentes, ovejas negras que huyen del sistema y pretenden hacer de sus vidas algo distinto a lo que se espera de ellos.

El hijo zurdo es un drama directo y contundente. Seis capítulos, de menos de treinta minutos de duración, que obligan al espectador a aguantar la respiración para sumergirse en la realidad áspera y despiadada que retratan sus imágenes. Apenas hay subtramas que desvíen la atención de la historia principal y todo el espectáculo se centra en los pequeños gestos, los silencios y las miradas de sus intérpretes. Una apuesta arriesgada por parte de Movistar + que logró alzarse con el galardón a mejor miniserie en la pasada edición de Canneseries, la versión para ficciones televisivas del prestigioso festival francés.

Junto al soberbio plantel de actores de El hijo zurdo, emerge la ciudad de Sevilla como otra protagonista indiscutible de la serie. Su luminosidad cegadora se cuartea y deja que la lluvia y las tinieblas que atormentan a sus personajes tengan su eco en las calles de la capital hispalense. Enmarcada en una tierra de tradiciones y fervor religioso, Rafael Cobos rueda este viaje a las entrañas del dolor de una madre como si fueran pasos de Semana Santa: Sevilla, marchas de procesión y el rostro compungido de María León compartiendo encuadre con la imagen de una Virgen pesarosa. Ante esta magnífica historia, humana y reflexiva, el corazón se encoge y las lágrimas ruedan por nuestras mejillas.

Ahora, si me disculpan, debo ir a abrazar a mi madre.