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José Baldó

En una de las escenas clave de El secreto de sus ojos, obra maestra del cine argentino, la gran revelación sobre la identidad del asesino llega acompañada de una de las mejores líneas de diálogo que se han escrito acerca del fútbol: “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín, no puede cambiar de pasión”. El entusiasmo que despierta el deporte rey entre los aficionados argentinos es un hecho incontestable que, incluso, les lleva a levantar iglesias en honor al Dios Maradona y a arrodillarse para rezar ante el genio de su heredero en la tierra, Messi.

El pasado 18 de diciembre, Montiel marcaba el penalti decisivo que proclamaba campeona del mundial de Qatar a Argentina. Viendo la alegría albiceleste por televisión, pensé en aquella conversación que mantenían Guillermo Francella y Ricardo Darín en la película de Juan José Campanella, y llegué a la conclusión de que la pasión que los argentinos tienen por su fútbol es la misma que yo siento por buena parte de su cultura. Sin ir más lejos, su literatura, una de las más prolíficas e importantes en habla hispana, es el terreno de juego donde descubrir a escritores fundamentales como Cortázar o Borges. No en vano, he leído Rayuela tres veces y me santiguo cada vez que algún erudito trae a colación El Aleph. En los últimos tiempos, he temblado con el terror cotidiano y oscuro de Mariana Enríquez, y Nuestra parte de noche me parece una de las mejores novelas en lo que llevamos de siglo.

En el negociado que nos incumbe, a lo largo de los últimos años, el audiovisual argentino se ha erigido como uno de los más originales y creativos del mundo. Títulos como Nueve reinas, Relatos Salvajes, Historia de lo oculto o, la ya citada, El secreto de sus ojos han convencido por igual a crítica y público, e incluso, han llegado a conquistar el mercado norteamericano y el ansiado Óscar de Hollywood. Uno de sus éxitos más recientes es Argentina 1985, el film dirigido por Santiago Mitre que cuenta la historia real de Julio Strassera, el fiscal que se atrevió a acusar a los altos mandos de la sangrienta dictadura argentina. Un ejercicio de cine impagable que nos devuelve el aroma del mejor cine político americano (Todos los hombres del presidente) y el pulso narrativo de maestros como Sidney Lumet (Veredicto final). Un regalo para celebrar el año nuevo que pueden disfrutar en Amazon Prime.

En el terreno televisivo nadie debería perderse, bajo ningún concepto, los once capítulos que componen El encargado. Disponible en Disney +, la serie nos presenta a Eliseo, el portero de un edificio de clase alta, que se dedica a vigilar y controlar la vida de los propietarios de las viviendas. Todo su mundo se viene abajo cuando descubre que los vecinos planean despedirle para asumir los gastos que supone construir una piscina comunitaria.

El encargado es toda una clase magistral del talento interpretativo de su protagonista; de nuevo, el gran Guillermo Francella en un papel que recuerda al Luis Tosar de la asfixiante cinta Mientras duermes y al Robin Williams de Retratos de una Obsesión. La serie creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat incorpora sutiles toques de humor negro al thriller convencional para sacar a la luz el lado más ruin y miserable del ser humano.

Argentina está de moda y sus ficciones también. Guiones sólidos, interpretaciones impecables y una puesta en escena sobria y libre de efectismos que, con permiso del ídolo Maradona, parece tocada por la mano de Dios.