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'Las flores perdidas de Alice Hart' 'Las flores perdidas de Alice Hart'

'Las flores perdidas de Alice Hart'

José Baldó
Estamos a principios de la década de los 90, y mi madre regresa del videoclub con un VHS alejado de sus gustos y alquileres habituales. Si me permiten el apunte, no conozco a una persona tan devota del cine de suspense y terror como mi querida madre, un detalle que contrasta con su gesto amable y su bondad imperturbable. Aquella tarde, la película elegida era Tomates verdes fritos, una comedia dramática que consiguió un éxito notable en el momento de su estreno y que hoy en día es considerada con justicia como un clásico moderno. El film protagonizado por Jessica Tandy, Kathy Bates, Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker sorprendió al público por adelantarse a su tiempo y tratar temas como la violencia de género, el racismo o la homosexualidad a través de un relato amable y nostálgico, apto para todos los públicos.
    
La alusión a la cinta dirigida por Jon Avnet no es casual. La pasada semana el título acudía a mi cabeza mientras disfrutaba de una miniserie que me habían recomendado con fervor voces amigas y a la que, por fin, daba una oportunidad. Las flores perdidas de Alice Hart  (Amazon Prime) se siente heredera directa de aquella película, un viaje inspirador al universo femenino en clave de melodrama lleno de tensión y violencia, que cambia el escenario árido de la América profunda por la riqueza del paisaje natural australiano.   

Secretos de familia y sororidad

Un misterioso incendio deja a Alice huérfana y sin hogar con tan solo 9 años. La tragedia la obliga a mudarse con su abuela June a la granja Thornfield, una cooperativa dedicada al cultivo y venta de flores, regentada exclusivamente por mujeres. Pronto descubrimos que todas ellas han sufrido graves maltratos y abusos, y el lugar es un refugio en el que ocultarse y seguir adelante con sus vidas.

Las flores perdidas de Alice Hart adapta la novela homónima de la escritora australiana Holly Ringland, publicada en 2018 y convertida rápidamente en best seller mundial. Una historia desgarradora y emotiva que, además de contener un drama terrible, explora la conexión emocional de los personajes con la naturaleza, el lenguaje de las flores y su posible significado más allá de su belleza.
    
La serie, dividida en dos partes, toma a Alice como hilo conductor de la trama; un mismo personaje interpretado por dos actrices distintas (Alyla Browne y Alycia Debnam-Carey) dependiendo de su etapa vital. En los primeros episodios accedemos a su infancia: los miedos ante el maltrato paterno, la pérdida de su familia y el trauma que supone comenzar una nueva vida bajo el férreo control de su abuela. El segundo bloque contiene un salto en el tiempo: Alice, convertida en una mujer adulta, desea explorar el mundo que le rodea más allá de la seguridad que le proporciona la granja Thornfield.
    
Del extenso reparto coral destaca la actriz Sigourney Weaver como June Hart, la anciana que se hace cargo de la niña y lidera ese refugio de flores perdidas. La carismática Ripley de la saga Alien interpreta a una mujer dura, una abuela coraje capaz de cargar sobre sus hombros con todo el dolor y sufrimiento de la comunidad que tutela.
    
En lo que llevamos de año, el número de mujeres asesinadas por violencia de género en nuestro país asciende a 52. Una cifra alarmante que se vuelve insostenible si sumamos todas las denuncias por maltrato que, afortunadamente, no terminan en la sala de autopsias. Hoy más que nunca, una serie como Las flores perdidas de Alice Hart resulta, además de un entretenimiento de calidad, un objeto de reflexión de valor incalculable.