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José Baldó

Descubrir a la escritora Patricia Highsmith y su perversa fascinación por el mal es uno de los grandes placeres que ofrece la literatura. La autora de Extraños en un tren rompió los límites de la tradicional novela policíaca, convirtió a los criminales en los verdaderos protagonistas de sus historias e hizo de la culpa y la mentira los temas centrales de su obra. En sus voluminosos Diarios y cuadernos (editados en Anagrama), Highsmith recoge su interés por la perversión del alma humana y la fina línea que separa el amor del odio. Para ella, “el asesinato es en cierto modo una manera de hacer el amor, una manera de poseer”. No está mal para una mujer pasional y obsesiva que encontró en la escritura la herramienta idónea para dar rienda suelta al sentimiento de ira que le acompañaba desde la niñez.

El nuevo rostro de Ripley

Sin duda, el más popular de los héroes criminales creados por la escritora tejana fue Tom Ripley, un joven americano expatriado en Europa, de apariencia encantadora, sumamente inteligente, pero carente de moral. Un farsante capaz de adoptar cualquier identidad y recurrir al asesinato si las circunstancias lo obligan a ello.

El pasado 4 de abril, Netflix estrenaba una nueva versión de El talento de Mr. Ripley, la primera de las aventuras del personaje que ya contaba con dos adaptaciones a la gran pantalla. Si en aquellas fueron Alain Delon y Matt Damon los encargados de dar vida a Ripley, en esta ocasión la responsabilidad recae en el actor irlandés Andrew Scott. Conocido por encarnar a Moriarty, la némesis de Benedict  Cumberbatch en Sherlock, y al célebre cura de la serie Fleabag, Scott muda su piel para interpretar a este escurridizo personaje. Un alter ego de la propia Highsmith que se adapta a los nuevos tiempos como un híbrido posmoderno entre Norman Bates y el televisivo Dexter Morgan.

Nueva York, 1961. Ripley se dedica a delitos de poca monta hasta que recibe el encargo de un magnate de viajar hasta Italia y convencer a su hijo para que regrese a Estados Unidos. Dickie Greenleaf (Johnny Flynn) es un aspirante a pintor que disfruta de una vida bohemia y despreocupada junto a su novia Marge (Dakota Fanning) en un pueblo de la costa amalfitana. Poco a poco, Tom se gana la confianza del joven Greenleaf, se amolda a su personalidad y se convierte en su sombra. A partir de aquí, la mentira y el crimen se destapan como las únicas alternativas que tiene nuestro protagonista para conseguir esa vida de lujo y privilegios.

Ripley es una serie de cocción lenta y aliento clásico. Un relato oscuro en el que el tiempo parece detenerse y las escenas se alargan hasta que el suspense se convierte en algo agónico e insoportable para el espectador.

Su creador, el reputado guionista Steven Zaillian (ganador del Oscar por La lista de Schindler), huye de los cielos azulados y la ardiente luminosidad de anteriores adaptaciones. Se refugia en un blanco y negro austero que homenajea a las grandes joyas del film noir y, al mismo tiempo, clava ante nuestros ojos el reverso gótico y trastornado de La dolce vita felliniana.

Andrew Scott se convierte en el mejor Ripley posible. Lejos de la belleza insultante de Delon y del rostro aniñado de Matt Damon, Scott otorga madurez a un personaje fascinante, ambiguo y rico en matices, un antihéroe que enfrenta al espectador con sus más bajos instintos.

Ripley es puro cine negro aderezado con una fotografía exquisita y una banda sonora que contiene le più belle canzoni italiane di sempre’ Por si fuera poco, Zaillian se saca un as de la manga y conecta el destino del protagonista con la triste historia real del pintor Caravaggio. Barroca, inteligente y adictiva, la serie es ARTE. Así, con mayúsculas.