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Tarantino, el hombre que ama las películas Tarantino, el hombre que ama las películas

Tarantino, el hombre que ama las películas

José Baldó

Mis primeros pasos en el mundo laboral fueron como dependiente de un videoclub. Un detalle biográfico que reduce mi vinculación con el show business a la categoría de chiste malo, pero me regala una tímida conexión con la trayectoria de uno de mis directores más admirados, Quentin Tarantino. Me imagino al creador de Pulp Fiction o Los odiosos ocho como un joven predicador hiperactivo y gesticulante tras el mostrador de Video Archives; un prescriptor de títulos imposibles y películas olvidadas de serie B, capaz de encontrar oro en el VHS más casposo y contagiar su entusiasmo cinéfago entre la clientela.

La reciente publicación en nuestro país de su volumen Meditaciones de cine (Reservoir Books) nos pone en contacto con un espectador superlativo que posee un conocimiento enciclopédico del séptimo arte. En este fascinante libro de memorias, Tarantino echa mano de sus experiencias más relevantes en un patio de butacas y compone un viaje personal por el cine estadounidense de la década los 70; películas que devoró siendo tan solo un niño y que, sin duda, moldearon en buena medida sus gustos personales.

Títulos de prestigio como Bullit, Harry el sucio, Deliverance o Taxi Driver acompañan a otros menos conocidos, Daisy Miller, La cocina del infierno o La organización criminal, y dan buena cuenta del carácter pantagruélico de un creador que no le hace ascos a nada. Tarantino dedica un largo capítulo a glosar las bondades de Rolling Thunder (El ex preso de Corea), auténtica cult movie que analiza con precisión quirúrgica para llegar a la concluión de que “se trata de la mejor combinación de un estudio de personaje y una película de acción jamás realizada”. El escritor fantasea con las caprichosas decisiones de casting que podrían haber llevado a Steve McQueen a convertirse en Sundance Kid en Dos hombres y un destino, o a Jeff Bridges a ponerse en la piel de Robert De Niro en Taxi Driver.

Filias y fobias

Tarantino publica Meditaciones de cine tras la novelización de su película Érase una vez… en Hollywood y demuestra que es capaz de componer con brillantez un texto crítico riguroso y ameno. Un libro para devorar de una sentada, donde el autor desgrana sus filias y fobias, su gusto por la violencia en la pantalla como ejercicio de catarsis emocional y su amor por el cine de género. Actores, actrices, directores e, incluso, grandes novelistas del noir americano como Jim Thompson, Elmore Leonard o Donald Westlake recorren las páginas de un volumen que hará las delicias tanto de los seguidores del creador de Malditos bastardos como de los amantes de la mejor literatura cinematográfica.

Aprovechando la ocasión, Movistar + incorpora en su catálogo un canal temático dedicado a la figura del cineasta de Knoxville. En él, además de los 9 títulos que componen su filmografía (de Reservoir Dogs a Érase una vez… en Hollywood), encontraremos algunas de las películas recogidas en el libro y un jugoso documental, Tarantino total, que disecciona, a través de las entrevistas y testimonios de sus colaboradores, la personalidad y el legado de uno de los artistas más importantes de los últimos 30 años.

Sin duda, Meditaciones de cine es la carta de amor de Tarantino a sus films favoritos, aquellos que han configurado su ADN y han hecho de él un hombre que respira celuloide a través de cada poro de su piel. Un tipo de cineasta que vive por y para las películas, y que, al igual que Truffaut (otro genio enamorado del invento de los Lumière), “siempre ha preferido el reflejo de la vida a la vida misma”.