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José Baldó

Estamos de celebración. Se cumplen 10 años del estreno de una de las mejores series de la televisión moderna. Desde que aterrizó en HBO en 2014, la alargada sombra de True Detective no ha dejado de crecer y se han llenado cientos de páginas desmenuzando  hasta la última de las referencias literarias, filosóficas y audiovisuales manejadas en sus capítulos. De la mítica Carcosa de Ambrose Bierce a El rey amarillo de Robert Chambers, del nihilismo nietzscheano al horror cósmico de Lovecraft, sin olvidar a la madre de todas las ficciones criminales televisivas, la seminal Twin Peaks de David Lynch.

Su creador, el escritor y guionista Nic Pizzolatto, desarrolla una serie antológica donde cada temporada cuenta una historia independiente (aunque existan ciertas conexiones entre ellas). Un thriller que arranca con una estructura narrativa similar a la del film Sospechosos habituales: a través de un interrogatorio policial, los continuos flashbacks nos ayudan a conocer a los dos policías de Luisiana que deben resolver unos brutales asesinatos de corte ritual. Uno de los grandes hallazgos de la serie es la pareja protagonista que forman el torturado e introvertido Rusty Cohle (Matthew McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson), el policía aparentemente perfecto, hombre de familia ejemplar que esconde una doble moral.

Con la segunda y tercera temporadas de la serie, Pizzolatto intentó repetir la fórmula del éxito y acabó sufriendo un traspiés notable. Una narración aburrida, excesivamente ambiciosa y carente del pulso firme que había hecho del primer True Detective una joya de la televisión. Tras un largo hiato de más de cuatro años, llega a HBO la cuarta temporada con el propósito de recuperar la esencia de la franquicia y, de paso, romper con los estereotipos de la ficción criminal y regalarnos dos protagonistas femeninas para la eternidad.

Misterio en la nieve

True Detective: Noche polar supone el regreso de Jodie Foster al terreno del thriller tras interpretar a Clarice Starling en el clásico El silencio de los corderos. Aquí Foster da vida a Danvers, la jefa de policía de un pequeño pueblo minero de Alaska que debe dar respuesta a la extraña desaparición de ocho hombres en una estación de investigación científica. En su tarea contará con la ayuda de la detective Navarro (Kali Reis), una agente estatal indígena obsesionada con un antiguo caso sin resolver que parece guardar relación con la investigación de Danvers. La noche eterna y el desierto helado rodean a las protagonistas; atrapadas en esa atmósfera asfixiante, ambas mujeres deberán enfrentarse a sus propios miedos mientras luchan por encontrar una solución al terrible misterio.

Con Pizzolatto ejerciendo únicamente tareas de producción, la escritura y dirección de la serie pasa a manos de la realizadora mejicana Issa López. Gran conocedora del cine de terror, la nueva True Detective deriva hacia ese género y se atreve a coquetear, incluso, con el elemento sobrenatural. La referencia a títulos emblemáticos como La cosa de John Carpenter es evidente, así como la (sana) intención de López por distanciarse del modelo Pizzolatto sin traicionar el espíritu original de la saga.

La cuarta temporada supone un paso adelante en el universo True Detective. Un noir desacomplejado y libre de ataduras, que mezcla en la coctelera una base de misterio real (la desaparición del buque fantasma Mary Celeste y el incidente del paso Dyatlov), unas gotas de los crímenes morbosos de Seven y grandes dosis de folk horror. Si además, suenan de fondo las Spice Girls, el resultado es un espectáculo imprescindible.