Dice la genteDice la genteque de algo hay que vivirque sólo se muere una vezyo creo que eso no es asíse muere muchas veces.
Traigo esta canción porque llevo toda la semana escuchando: “la gente” y últimamente cuando escucho esta frase pienso “la gente somos nosotras” así que me da pie para preguntarme qué parte de lo que dice o hace “la gente” replico yo.
¡Boom!
Esta pregunta tan simple tiene la capacidad de hacerte volar los sesos cada vez que te das la oportunidad de escuchar la respuesta. “La gente” soy yo.
“La gente” que no pone atención en su trabajo y no lo hace con mimo ¿qué parte de mi trabajo estoy descuidando?
“La gente” que dice que sí a todo y luego hace lo que le da la gana. ¿Cuando no soy capaz de expresar mi opinión sinceramente?
“La gente que solo ve lo negativo” ¿soy yo la que está viendo solo lo malo?
Intenten este ejercicio en casa. Admito que no es sencillo porque cuando te haces la pregunta y escuchas la respuesta no queda más remedio que pasar a la acción y tomar responsabilidad sobre nuestras acciones.
Solo tengo capacidad de cambio en mi.
¡GLUPS!
¿A la mierda los ideales, entonces? No, todo lo contrario. Aquí es donde empieza el cambio verdadero. En las pequeñas cosas que yo puedo hacer.
Mi propuesta personal de esta semana es poner la atención en mis quejas internas para preguntarme donde estoy flaqueando, examinar por qué y pasar a la acción. Y entonces me voy al otro extremo: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” la famosa frase de Gandi, ¡que me pone de los nervios! Sentirme responsable de que pasen cosas buenas, sentir que mi decisiones afectan a toda la humanidad, la responsabilidad es tan grande que inmoviliza. La exigencia de ser cada día mejor es tan abrumadora que te vas a la cama y aprietas los dientes tan fuerte que te levantas con agujetas.
¡No te pases de frenada! Que no tienes que cambiar el mundo tu solita, no eres responsable de toooodo lo que te pasa porque formas parte de un sistema, de una estructura que te coloca en un lugar del que, a veces, es complicado salir.
Me acuerdo un día que hablaba con unas amigas sobre la desigualdad que a día de hoy sufrimos las mujeres. El argumento de una de las mujeres de la mesa era que la igualdad real ya estaba totalmente implantada porque ella había conseguido todo lo que se había propuesto. Al terminar la frase miró el reloj y se dio cuenta de que era la hora de ir a preparar la cena para su marido e hijos. Aquí es donde entra la estructura, donde nos coloca el sistema sin darnos cuenta. Una, replica sin rechistar su sitio y sin darse cuenta carga con las consecuencias. Tú, has logrado todo lo que has querido, ok, pero ¿querías ser la responsable única del cuidado de tu familia? ¿Sabías que te iba a tocar invertir más tiempo que a tu pareja hombre? ¿Te has dado cuenta de que tienes menos autoridad que tus sociOs solo por ser mujer?
Esta estructura no es inamovible, se puede modificar con pequeños gestos y no depende solo de una. El truco es aceptar que estamos en un tablero de juego, hay unas normas que nos pueden gustar más o menos, pero hay que saberlas, aceptarlas, y tenerlas en cuenta para entre todas ir cambiando el puto juego.
Traigo esta canción porque llevo toda la semana escuchando: “la gente” y últimamente cuando escucho esta frase pienso “la gente somos nosotras” así que me da pie para preguntarme qué parte de lo que dice o hace “la gente” replico yo.
¡Boom!
Esta pregunta tan simple tiene la capacidad de hacerte volar los sesos cada vez que te das la oportunidad de escuchar la respuesta. “La gente” soy yo.
“La gente” que no pone atención en su trabajo y no lo hace con mimo ¿qué parte de mi trabajo estoy descuidando?
“La gente” que dice que sí a todo y luego hace lo que le da la gana. ¿Cuando no soy capaz de expresar mi opinión sinceramente?
“La gente que solo ve lo negativo” ¿soy yo la que está viendo solo lo malo?
Intenten este ejercicio en casa. Admito que no es sencillo porque cuando te haces la pregunta y escuchas la respuesta no queda más remedio que pasar a la acción y tomar responsabilidad sobre nuestras acciones.
Solo tengo capacidad de cambio en mi.
¡GLUPS!
¿A la mierda los ideales, entonces? No, todo lo contrario. Aquí es donde empieza el cambio verdadero. En las pequeñas cosas que yo puedo hacer.
Mi propuesta personal de esta semana es poner la atención en mis quejas internas para preguntarme donde estoy flaqueando, examinar por qué y pasar a la acción. Y entonces me voy al otro extremo: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” la famosa frase de Gandi, ¡que me pone de los nervios! Sentirme responsable de que pasen cosas buenas, sentir que mi decisiones afectan a toda la humanidad, la responsabilidad es tan grande que inmoviliza. La exigencia de ser cada día mejor es tan abrumadora que te vas a la cama y aprietas los dientes tan fuerte que te levantas con agujetas.
¡No te pases de frenada! Que no tienes que cambiar el mundo tu solita, no eres responsable de toooodo lo que te pasa porque formas parte de un sistema, de una estructura que te coloca en un lugar del que, a veces, es complicado salir.
Me acuerdo un día que hablaba con unas amigas sobre la desigualdad que a día de hoy sufrimos las mujeres. El argumento de una de las mujeres de la mesa era que la igualdad real ya estaba totalmente implantada porque ella había conseguido todo lo que se había propuesto. Al terminar la frase miró el reloj y se dio cuenta de que era la hora de ir a preparar la cena para su marido e hijos. Aquí es donde entra la estructura, donde nos coloca el sistema sin darnos cuenta. Una, replica sin rechistar su sitio y sin darse cuenta carga con las consecuencias. Tú, has logrado todo lo que has querido, ok, pero ¿querías ser la responsable única del cuidado de tu familia? ¿Sabías que te iba a tocar invertir más tiempo que a tu pareja hombre? ¿Te has dado cuenta de que tienes menos autoridad que tus sociOs solo por ser mujer?
Esta estructura no es inamovible, se puede modificar con pequeños gestos y no depende solo de una. El truco es aceptar que estamos en un tablero de juego, hay unas normas que nos pueden gustar más o menos, pero hay que saberlas, aceptarlas, y tenerlas en cuenta para entre todas ir cambiando el puto juego.
